En 1980, el escritor norteamericano Robert Ludlum publica El caso Bourne, primera novela de una saga protagonizada por un agente de la CIA perteneciente a un programa secreto. La primera adaptación sobre el libro la hace Roger Young en 1988, bajo el título La identidad de Bourne y en formato de miniserie de dos episodios. Aquel producto estaba protagonizado por Richard Chamberlain, a quien nominaron a los Globos de Oro, y la actriz Jacklyn Smith.
Antes de enrolarse como director, Doug Liman se había marcado tres comedias con poco éxito o trascendencia en Hollywood, por lo que podemos decir que The Bourne Identity: El caso Bourne es su gran puesta de largo dentro del cine ‘mainstream’. Liman cuenta con Tony Gilroy (nominado a dos Oscar) y William Blake Herron como guionistas.
La película sigue con bastante acierto los cánones de los ‘thrillers’ de acción más actuales. Su estructura sencilla y casi de ‘videojuego’ nos lleva a una serie de ‘set pieces’ de acción en donde tanto Damon como Liman, demuestran una interesante destreza en ellas. Y es precisamente lo más llamativo de una cinta sencilla y eficaz.
Matt Damon, que venía de ganar un Oscar por el guión de El indomable Will Hunting (Gus Van Sant, 1997) junto a Ben Affleck, se encarga de dar vida al protagonista, con un rol tremendamente físico. Pero quizá lo más interesante en cuanto al reparto se refiere, radica en los secundarios, todos ellos muy correctos y que resuelven las secuencias con bastante solvencia. Es una característica que, posteriormente, se repetirá en las secuelas.
The Bourne Identity: El caso Bourne es una cinta muy completa, que tiene una mezcla de géneros bien dosificada, y una realización bastante correcta. Liman firma una película que se ve bien, con buen ritmo, buena trama y que, en líneas generales resulta interesante de seguir. Huye de la acción, pero tampoco la oculta, y tiene algunas escenas muy bien rodadas.