Hace ya diez años que nos dejó Tony Scott, hermano de Ridley y uno de los directores más icónicos de los noventa. Su alianza con la dupla Simpson/Bruckheimer trajó emblemáticos títulos que engrosan la lista del cine más taquillero de la época.
Aunque Top Gun (Ídolos del aire) es del mediados de los ochenta, su éxito y su trascendencia como cinta icónica, trasciende más allá de la década de los años ochenta, además de conformar una lista de películas que encumbraron a Tom Cruise hasta lo más alto. Fue el rostro de la época, fue el icono del clásico chico guapo de Hollywood y sus dos trabajos con Tony Scott (éste y Días de trueno (1990)) quizá conforman una de las mejores épocas de toda su filmografía.
Vista años después, Top Gun (Ìdolos del aire) quizá no sea tan buena como lo fue en su día, con multitud de jóvenes llenos de testosterona y locos por tocar los mandos de un F-14, pero sí que es un buen reflejo de una época en la que los chicos jóvenes (no olvidemos que sobre todo es una película dirigida a un público masculino) tenían que decidir su futuro y tenían que hacerlo al margen de cualquier otro pensamiento, que no fuera el de ser el primero y el mejor.
La forma en la que Scott dirigía siempre nos recordaba un poco a sus orígenes como director de publicidad y vídeos musicales, esa mezcla de imágenes casi a modo de documental, ralentizaciones, mucha importancia a la música, mostrando muchos detalles… lo hace aquí y lo hará luego en Días de trueno. En esta ocasión, nos propone incluso algunos planos interesantes, posicionando la cámara en lugares poco comunes, lo que nos permite ver/observar detalles que, de otro modo, pasarían desapercibidos. Pero lo hace no con la intención de que aporten algo a la trama, porque no lo hacen, sino simplemente por el mero hecho de situar al espectador en un universo particular y que todo le resulte tan esencial como icónico.
Tom Cruise, Val Kilmer, Anthony Edwards, Tom Skerrit, Michael Ironside, Meg Ryan, Tim Robbins… estrellas del momento en papeles absolutamente sólidos (algunos demasiado secundarios), porque ni los personajes ni ellos se pueden permitir fisuras si queremos que la película se tome en serio a sí misma. El punto femenino lo pone Kelly McGillis, en un papel tan sumamente etéreo que, incluso a día de hoy, sigue resultando casi irrisorio. Es un claro ejemplo de ‘chica florero’ dentro de tanta hormona.
No podemos dejar pasar por alto ciertas interpretaciones que se han hecho de la película, muchas de ellas relacionadas con la homosexualidad. Una historia llena de hombre, rivales entre sí, como si fueran gallos de pelea, con constantes sonrisas que aunque incitan a la chulería más primigenia, otros muchos lo verían como una insinuación. Dudo que Scott tuviera una idea relacionada con esta segunda interpretación.
Y esto nos lleva a su guion, el cual no es precisamente una maravilla. Tiene momentos icónicos, otros de cierta vergüenza ajena, pero no olvidemos que su principal objetivo no son las disertaciones trascendentales, sino mostrar el potencial aéreo de los US Navy, y enseñarnos que ser un buen piloto puede ser maravilloso.
Cinta entretenida, que ha envejecido relativamente bien (técnicamente sí, pero poco más), bien rodada, con una historia excesivamente simple (tampoco estaban las cosas como para pensar más) y con un mensaje claro, persigue tus sueños y sólo así conseguirás lo que quieres (en todos los ámbitos de la vida). No es un mensaje caduco, pero si que está demasiado trillado ya.
