Casi como si de un capricho se tratase, quien mejor que Spielberg para llevar a cabo una adaptación de los Transformers a la gran pantalla. Lo que no tiene mucho sentido es escoger a Michael Bay para la tarea. Sí y no. Tiene su lógica puesto que la cinta está absolutamente vacía de personajes interesantes y con algo que contar, ergo…
Creada como lo que ha sido finalmente, un producto por y para la taquilla, Transformers es una delicia visual desde cualquier punto de vista. Si nos apartamos de ella como cine, está claro que disfrutaremos más que nadie, pero si por el contrario intentamos buscarla algo, nos daremos de bruces contra uno de los productos más rentables que jamás haya hecho el señor Bay.
A nivel interpretativo la cinta no da mucho más, es decir, prototipos de jóvenes (tanto Sam como la chica protagonista) y un elenco de “super hombres” siempre al servicio de empuñar un arma allá donde sea necesario, sí, hablamos de los marines. Pero eso no es ningún impedimento para su director, más acostumbrado a trabajar con máquinas y ordenadores que con auténticos actores, de ahí su principal carencia como director.
Pero Transformers no quiere contar nada más. No es una película moralista, no es una cinta sobre el devenir de los hombres frente a un destino inminente, ese discurso no es el que le va a esta película. Simplemente tendremos que dejarnos llevar por una historia tan infantil como estirada y que además es efectiva y universal, por lo que es de lógica el pensar que no se ha querido contar más de lo estrictamente necesario.
A nivel técnico y visual, Bay, sin ser un artesano, ya se sabe todos los trucos y a pesar de que juega con ventaja en este aspecto, cuenta con un espectacular despliegue de efectos que demuestra la buena forma en la que se encuentra este sector, siempre por delante de la demanda, claro.
Transformers se ingiere rápido, no molesta y sabemos perfectamente cuales son sus efectos secundarios. Y es que la testosterona que rebosa en, prácticamente todo el metraje, no puede suplir ni siquiera una sesión de cintas de acción ochenteras. Es quizá un modelo a seguir de lo que es el cine de acción más actual.
Tanto Bay como Spielberg han demostrado inteligencia como empresarios y sobre todo han demostrado saber llevarse muy bien. No es de extrañar por tanto que, dados los ingentes ingresos en taquilla, la película haya generado una pequeña saga. Pero no olvidemos que no hay más que lo que se ve, esa es una definición casi perfecta de lo que es Transformers como producto de entretenimiento. Se han contemporizado muchos aspectos, se ha modernizado el concepto de cinta de acción y sobre todo se ha obviado el discurso de un joven (llámese Shia, Sam o Michael Bay) que se ha hecho grande con esta película.