En la tercera entrega de la trilogía de Spider-Man que Sam Raimi inició allá por el 2002, ya introducía el personaje de Eddie Brock y, por ende, el de Venom, esa especie de alienígena sin una forma definida que se apoderaba de los cuerpos humanos y los convertía en auténticas bestias. El paso por aquella película, Spider-Man 3 (Sam Raimi, 2007) fue casi de puntillas, pues apenas se profundizaba en él.
Gracias al “boom” del cine de superhéroes, era cuestión de tiempo que Sony, propietaria de los derechos de Spider-Man y resto de personajes de su mundo, se decantase por una película sobre el simbionte más famoso de los cómics. Al final el resultado es muy desigual y eso que cuenta con uno de los mejores intérpretes que nos podemos encontrar hoy en día, Tom Hardy.
Tras mostrar interés en el proyecto, nombres como Alex Kurtzman o Josh Trank, finalmente dejaron la batuta de la dirección a Ruben Fleischer, director de Bienvenidos a Zombieland (2009) o Gangster Squad. Brigada de élite (2013), y que se estrena así en el cine de superhéroes. Quizá esta sea una de las primeras razones por las que Venom no tiene un sello definido, la dirección no es precisamente su fuerte, y aunque Fleischer ha hecho lo que ha podido, se deja ver y mucho, la mano de quien ha puesto el dinero para el proyecto.
La película parte de un guión poco afortunado, en donde todo parece suceder de forma vertiginosa sin pararse casi en darnos información sobre personajes. Sí que Venom acierta en centrarse en el personaje de Brock, pero lo trata de forma convencional como cualquier otra cinta de superhéroes al uso, es decir, obvia detalles que, seguramente enriquecerían al personaje.
Igualmente se aprecian ciertos recortes en el montaje, con escenas en las que los personajes aparecen “por arte de magia” en el sitio y el momento adecuados, dejando al espectador algo descolocado, a pesar de intentar disimularlo con su nivel técnico, en donde Venom sí que consigue un aprobado. La acción se desarrolla a toda velocidad, incluso su desenlace resulta de lo más insípido.
No es quizá una película de superhéroes muy al uso. Hay acción, efectos especiales, villanos (descafeinados, algo que ha puesto de moda Disney), todos los ingredientes básicos y exigibles para una película de sus características. Pero donde se diferencia es el protagonista. Tom Hardy realmente aporta mucho al personaje, pero da la sensación de que no le han dejado dar más. Lo mejor sin duda sus diálogos con el simbionte, aunque, personalmente, me chirría el toque cómico que se le da. Seguramente sin el británico, la película quedaría relegada al olvido.
Venom es una película que no engancha demasiado al principio, que tiene momentos algo aburridos y que no nos va contar nada nuevo, pero en su lucha interna entre ser una cinta de superhéroes o ser un drama sobre un superhéroe, termina perjudicándose a sí misma ya que no encuentra su lugar.
Algo decepcionante, sin duda, pero simplemente por el hecho de ver a Hardy intentando levantar todo, quizá merezca la pena darla una oportunidad. Eso sí, la diversión no está garantizada.