El cine del mexicano González Iñárritu siempre se ha caracteriza por su honestidad desde el punto de vista visual (a pesar de contar con ayudas técnicas) y por su profundidad en los personajes. Si con Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) (2014) el realizador se acercaba a la psique del famoso, a la personalidad del propio ego, con El renacido, va algo más lejos y construye una dura historia sobre la figura paterna, sobre la supervivencia, sobre la venganza… El renacido es una cinta sumamente completa.
Partiendo de la base de un hecho real, relatado en un pasaje del libro de Michael Punke del mismo título (The Revenant: A novel of revenge), publicado hace ya más de diez años, el director no se ha separado (afortunadamente) de su particular estilo. Con ayuda de la técnica, filma una espectacular película en donde hombre y naturaleza conviven (para bien y para mal).
A nivel visual, y gracias a la ayuda del también mexicano Emmanuel Lubezki, la cinta es arrolladora, estremecedora y dura. Una fotografía grisácea, a la que ayuda una espléndida producción, le dan a El renacido el toque necesario para convertir los peligrosos y nevados bosques, en el infierno particular de los personajes. El bosque, como un personaje más, supone la prueba final para todos ellos. Sólo los más duros serán capaces de sobrevivir.
El arranque, espectacular, nos pone directamente en plena batalla. El director opta (como ya hizo en Gravity (2013) o en la anteriormente mencionada Birdman, por una serie de planos secuencia (sin cortes) para navegar por las escenas, con la intención de que el espectador no se despiste, de que se involucre al cien por cien en lo que está sucediendo. El estilo, sin duda, marca notablemente El renacido.
Todo este envoltorio sirve de contenedor para una historia, para unos personajes. Quizá el pequeño problema de El renacido es su falta de sensibilidad. Me explico, la cinta llega a los ojos, llega al espectador, pero le falta garra para emocionar.
Tan fría como la nieve, en este nivel, ni siquiera el espectacular trabajo del reparto (aunque DiCaprio no destaca precisamente), ayudan a que la película transmita las sensaciones necesarias.
Hay momentos oníricos, momentos de acción, momentos sin diálogos… cada escena, cada personaje, tiene su momento.
El preciosismo con el que se retrata cada plano, la estudiadísima iluminación, o el espléndido trabajo de maquillaje, consiguen trasladarnos a la época, al momento… pero sin embargo uno no termina de generar la empatía necesaria como para conmoverse con los personajes y sus situaciones. En este sentido, El renacido parece más una cinta de aventuras que un tortuoso drama.
Aún con todo eso, es una película sobresaliente, con espectaculares momentos, con un reparto muy variado (desigual, pero variado), y con la firme convicción de saber y querer contar una historia.
Iñárritu convence sobradamente al público a pesar de no tener la suficiente mano como para, además de asombrarles con las imágenes, encogerles el corazón.