Hollywood lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a tratar de vendernos un producto nuevo, bien envuelto, pero con el mismo contenido. Y es que esta La cosa (The Thing) repite la misma fórmula que la original de Carpenter, a pesar de que se la quiera llamar “precuela”.
Desde que dirigiera su versión en 1982, John Carpenter puso el listón muy alto si alguien, algún día, intentaba emularlo y hacía una nueva visión de la novela de John W. Campbell. Durante años un proyecto de secuela planeó tanto sobre Hollywood como sobre John Carpenter que, hasta incluso, llegó a involucrarse de forma seria. Pero él ya conoce los entresijos de este negocio bastante bien y lo que veía no le convencía, así que se apartó del proyecto. Ahora ha tomado las riendas el director holandés Matthijs van Heijningen Jr. en cuya sangre fluye igualmente la profesión (su padre también es director de cine). Lo que en un principio se nos vendió como una historia que sucedía antes que la película de los ochenta (qué es verdad), acaba transformándose en algo absolutamente previsible.
La premisa de La cosa (The Thing) no varía mucho de la original y tampoco de su origen literario, como no podía ser menos. En este aspecto, tanto la Universal como el propio realizador se han encargado de mantener el espíritu que transmite la novela: el ser humano, aislado, contra una fuerza que no es de este planeta. Hasta aquí todo correcto, si uno se espera alguna salida fuera del camino, que salga espantado de la sala. La película da absolutamente lo que ofrece, ni más ni menos.
A estas alturas incluso podríamos pensar que, manteniendo esa base, las cosas pueden mejorarse y hasta incluso pueden resultar originales. Plantear nuevas escenas, nuevos personajes, nuevos retos… todo eso habría sugerido que sí que estamos ante un producto nuevo, ante una verdadera cinta anterior a La Cosa (1982) de Carpenter. Pero, sin motivo aparente, o quizá enquilosado en su propio éxito (entre los seguidores, se entiende), este producto no alcanza ninguna cota de originalidad y mucho menos de innovación.
Van Heijningen se ha limitado a reordenar y volver a rodar, escenas que ya rodó Carpenter en su día, se ha limitado quizá a intentar arriesgarse con algunas cosas, pero en general no ha habido muchos cambios y no se atisban ni siquiera modo alguno de que la cosa cambie una vez hemos asistido a los primeros veinte o treinta minutos. Ya lo fue en su día y lo sigue siendo aquí, no es más que una muestra de cómo, los personajes van cayendo uno a uno. Sólo que hace más de veinte años su director se arriesgó (véase con actores, véase con estética, véase con efectos especiales…), aquí todo va a lo fácil, a lo sabido, al susto premeditado, y al intento de hacer taquilla de forma segura.
Desgraciadamente y a pesar de lo entretenido de todo, no sorprende para nada su desarrollo. Personajes bastante (o totalmente) planos con destinos inciertos, efectos especiales alejados de la artesanía que profería Rob Bottin antaño, una espectacular fotografía que bien fácil lo tiene (recordemos que se ha rodado en Canadá), un reparto flojo (y no por ser desconocido)… Es un conjunto de elementos que hacen de La cosa (The Thing) una cinta olvidable al salir, y bastante insulsa en todo momento, aunque, sinceramente, no creo que hubiera otro objetivo con ella que el de entretener. Si es así, al menos para el que escribe, lo han logrado.
A pesar de sus defectos (nada es perfecto en este mundo, ni siquiera un “remake” de una cinta de Carpenter) si que podemos decir que la película enlaza bastante bien con su supuesta continuación. A nivel técnico cumple sobradamente los estándares que se exigen hoy en día en una producción de sus características, pero por lo demás, nos vamos igual que entramos, sabiendo que Carpenter es inimitable.