Tras el indiscutible éxito de Furia de Titanes (2010), ahora la Warner regresa con una segunda parte que no destaca precisamente por renovarse. Jonathan Liebesman toma el relevo dejado por Letterrier, que aquí ejerce como productor ejecutivo.
Furia de Titanes (2010) intentó relanzar al gran público, la historia de Perseo, Hades y Zeus. No consiguió despertar mucho el interés histórico, pero si el de la taquilla que respondió con contundencia y ahora lo volverá a hacer para esta segunda parte, Ira de Titanes, cinta que aunque innecesaria, servirá al menos para calmar las ansias de los que se lo pasaron en grande con la primera.
La acción y la aventura se dan cita una vez más en la taquilla. Ira de Titanes nos devuelve los personajes que hace unos años el frances Louis Letterier nos volviera a presentar, trayéndolos de antemano de la cinta homónima de año 81. La película vuelve a saltarse a la torera algunos datos históricos, pero como no estamos en la universidad, quizá nos debería dar lo mismo. Es cine y ya se sabe, todo (o casi todo) vale.
En esta ocasión y refugiado en la producción, Letterier deja paso a un algo más que vistoso Jonathan Liebesman (Invasión a la Tierra (2011)), cuya habilidad mezclando acción y aventura, ha quedado plasmada en su anterior película, con la que comparte casi 1 año de diferencia. Apoyado por unos efectos especiales espectaculares y con un plantel de actores sobrepasando la línea de correctos, factura una cinta entretenida.
No hay sino más aspiraciones que estas con Ira de Titanes, ya que apenas arriesga en lo que a explorar nuevas vías se refiere. Bebe de su anterior obra y, a sabiendas, de que la fórmula le es agradable al público, no se molesta mucho más que en dejarnos algunas “set pieces” de vistosa presencia (prácticamente salían en los tráilers).
Así pues, no deja tampoco mucho descanso, como sí lo hacía Furia de Titanes. En este sentido, la cinta se muestra más ágil quizá, que su primera parte. Y es que además sus 100 minutos están muy bien administrados, aunque quizá un desenlace algo más elaborado se echa en falta.
No hay más que espetarle a una película cuyo principal fin es el de repetir historia en la taquilla. Liebesman ejecuta una cinta entretenida, espectacular y lista para ser disfrutada. No aspira a más y eso en el fondo se le agradece. Y es que ha dejado claro varias veces que no es un director de grandes discursos (el guión no es precisamente el fuerte de ésta). Su cine es honesto y eso es de valorar.
Ira de Titanes alcanza cotas de imaginería bastante interesantes. El diseño de producción se ha visto desbordado por una espectacular puesta en escena, en donde la imaginación queda a merced de un elenco de criaturas que, desafortunadamente no están tan bien “explotadas” como debieran y las escenas con ellas se reducen a un bombardeo de planos y sonidos que pueden hacerla perder algunos puntos.
No obstante y sin que sirva de pega, Ira de Titanes es puro entretenimiento, no va más allá y claramente no se arriesga. Repite lo que sabe hacer y lo hace bien. ¿Por qué molestarse en innovar si ya tenemos lo que buscamos? No debemos esperar novedades, desgraciadamente.