La ciencia ficción y la acción siempre han sido dos buenos ingredientes para que una película tenga éxito. Si echamos la vista atrás, tenemos unos cuantos ejemplos, incluso algunos no tan lejanos en el tiempo. Lo que hasta ahora parecía patrimonio de unos pocos (Roland Emmerich, Michael Bay…), el hecho de ensalzar al ser humano como invencible ante cualquier situación, se vuelve quizá más universal, de la mano de Liebesman en esta Invasión a la Tierra, cinta que, sin absolutamente nada que esconder, se muestra tal y como es desde el primer minuto de metraje.
Habría que hablar de Invasión a la Tierra desde dos claros puntos de vista. Por un lado es una cinta honesta, sincera y con prácticamente nada que esconder en su planteamiento e historia. Si uno ha visto el tráiler ya sabe lo que se va a encontrar, una mixtura a partes iguales (bien mezclada, todo sea dicho) de títulos punteros bélicos (véase Black Hawk derribado, con la que guarda ciertos paralelismos técnicos) y otros tanto de invasiones alienígenas que siempre han encandilado a Hollywood (pongamos por caso, Independence Day). Es precisamente la unión de dos géneros tan taquilleros e irremediablemente tentadores para un buen puñado de espectadores, lo que hace que Invasión a la Tierra te atrape desde el primer minuto.
Parece erradicado ya el fantasma de Vietnam para los Estados Unidos en el cine, y hablar de Iraq o del reciente conflicto libio todavía puede ser un poco prematuro para una superproducción, pero en Invasión a la Tierra es indiferente el origen del enemigo, se trata de poner al ser humano contra las cuerdas, y aquí se lo ponen muy dificil, con un enemigo que como él, piensa, lucha hasta la muerte y sabe pelear. De una factura técnica espectacular (en todo su amplio significado), Liebesman se ha topado con su trabajo más grande hasta la fecha. No es que tuviera muchos impedimentos, pero el tiro ha dado en el blanco.
Sí, por supuesto que en la mayor parte del metraje subyace ese mensaje tan propio de “America is the best”, pero no hay por qué sorprenderse, como ya he comentado, es una de las cintas más honestas de lo que llevamos del año. ¿Quieres acción y alienígenas?, pues ve a ver Invasión a la Tierra. Todo ese espectáculo no es más que eso, pirotecnia visual (de calidad, no del todo a 100) y un más que sólido reparto en donde todos están donde tienen que estar, casi dirigidos como un pelotón hacia la batalla.
Además de lo que hay detrás, Invasión a la Tierra se disfruta desde fuera también. Casi como un videojuego de los más punteros (algún Call of Duty o el reciente e igualmente espectacular Crysis 2), la película se va desarrollando por fases, intensas, con algún que otro susto planificado, tiroteos espectaculares (el de la autopista quizá sea el que se lleve la palma), explosiones por doquier y todo ello en un ejercicio visual prometedor para futuros galardones (lástima que llegase tarde a la cita con Oscar, porque Origen seguramente lo habría tenido un poco complicado).
Llena de clichés (qué más da, aquí todo vale, señores), mención especial merece el reparto. Para algunos, como Aaron Eckhart verse metido en un berenjenal tan atroz y sonoro como Invasión a la Tierra resulta novedoso (y divertido para el propio actor, que aseguraba estar encantado de rodar una segunda parte si es que se diera el caso) y, por qué no decirlo, atractivo. Este actor, que ha pasado de secundario a SECUNDARIO mantiene aquí un interesante pulso con el público, a pesar de no contar con demasiada profundidad. Como viene siendo habitual, mujeres y niños en este caso están para pasarlo mal, sufrir y escuchar algún discurso doctrinario por parte de los militares, todo lo que ya conocemos.
Y es que hay que ver esta película como lo que es, no hay que buscarle más mensajes y tampoco hay que buscarle respuestas a ¿por qué nos invaden? ¿de dónde vienen? Eso ya no importa, a estas alturas, sólo nos debe preocupar ¿cómo saldrán de ésta?. Invasión a la Tierra es cine 100% entretenimiento, sin complejos, directo, manido y con todo lo que esto conlleva, es decir, de digestión rápida.
