El mundo MARVEL vuelve a la carga con la adaptación de otro personaje creado por Stan Lee, Jack Kirby y Larry Lieber, creadores de Iron-Man o Thor, otras dos minas de oro para la editorial de cómics. Ant-Man es quizá la cinta más sencilla y familiar de la casa y es por eso que también puede que sea la que menos exigencias tenga.
Ha llovido mucho desde que Edgar Wright presentará su proyecto de Ant-Man a Disney. Desgraciadamente después de abandonar el proyecto por diferencias creativas (eso se dijo en su momento) quizá poco sepamos qué queda de sus ideas originales (al menos está acreditado como guionista) y qué es lo que un director tan inexperto en el cine de superhéroes como Peyton Reed, ha dejado como marca propia. Lo cierto es que Ant-Man es una cinta extremadamente simple, sencilla y sin ninguna habilidad especial para la taquilla. Quizá en la sencillez radique su futuro éxito.
Lo que mueve a todos los personajes de Ant-Man, como a todos los superhéroes, es hacer justicia, conseguir un propósito que, a nivel personal o no, les lleve a un fin, a una meta. La redención del personaje de Scott Lang, es un claro ejemplo de que no siempre el mundo corre peligro en primera instancia, a pesar de que las posteriores ínfulas de “megacontrolador” de Darren Cross si lo atestigüen. Disney sabe perfectamente que dotar al personaje principal de un motivo que le lleve a hacer el bien, es un elemento clave.
Scott Lang es un tipo normal, con su pequeños problemas, pero no deja de ser un tipo que fácilmente nos pueda caer bien. Su personaje tiene cierto lado canalla (no mucho y siempre hablando desde el punto de vista de la película, no de los cómics), hace pequeñas gracias (las justas y acorde a su tamaño), y sobre todo tiene cierto poder de decisión. Es quizá lo que ha movido a Disney a “familiarizar” una cinta tan poco movida como pueda ser Ant-Man.
Pero MARVEL sigue acuciando de una notable falta de mano para colocarnos villanos que estén a la altura de sus superhéroes. Haberlos los hay, pero aquí volvemos a ver una descafeinado “malo” que aunque se ocupe y bien de nuestro protagonista, no nos infunde absolutamente ningún miedo, no transmite casi sensación de villanía o maldad. En este aspecto, MARVEL todavía tiene mucho que andar, aunque en manos de Disney, quizá tardemos en ver un auténtico villano.
A nivel técnico, pocas cosas se le pueden reprochar a Ant-Man. Su alocado desenlace (con esa batalla de tamaños), es quizá de lo más destacado de una cinta con escasa repercusión. Una futura secuela (de momento también en manos de Peyton Reed) quizá haga mejorar considerablemente lo que podría ser una cinta que jugando a buenas manos con el humor y la acción, conseguiría sacarle a Lang, lo mejor de si.
La inclusión de secundarios veteranos como Michael Douglas (Robert Redford hizo lo suyo en Capitán América: El soldado de invierno (Anthony Russo y Joe Russo, 2014)), y unos rostros reconocibles, como Michael Peña o una algo impostada Evangeline Lily, combinan a la perfección en una mezcla apta para todas las edades, sin duda una de las especialidades de Disney.
Película correcta, sencilla, familiar… todos los elementos para que, sentados en una sala, o bien en el salón de casa, se pase tranquilamente un rato agradable, que al fin y al cabo es lo que se pretende.