Han pasado ya 17 años desde que dos jóvenes aficionados al cine, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez lo “petaron” con su largometrajes El proyecto de la bruja de Blair (1999), una cinta que mezclaba el terror más primario con un estilo visual rompedor que trataba de colar las imágenes que se veían, como imágenes reales. Aquel experimento que costó poco más de sesenta mil dólares, hizo una recaudación de más ciento cuarenta millones en todo el mundo, convirtiéndose en una de las cintas más rentables de la historia del cine.
Lejos de que la historia fuera más o menos original, el planteamiento de aquella película daba para multitud de líneas narrativas derivadas de su eje central o de sus protagonistas, interpretados por actores desconocidos. De aquello, Myrick produjo una olvidable secuela El libro de las sombras: Blair Witch 2 (2000) y ahora Adam Wingard, director de títulos como Tú eres el siguiente (2011) o The Guest (2014) relanza la historia situándonos años después de los eventos de la película del 99.
Resulta evidente que la película original, a día de hoy, quizá no sorprenda tanto, por lo que la cinta de Wingard resulta un tanto innecesaria, o al menos partiendo del mismo estilo que encumbró a la de Myrick y Sánchez. Wingard no sorprende con nada, y se dedica, principalmente a contar una historia que poco o nada tiene de original. Repite muchas fórmulas, el mismo estilo y resulta hasta aburrida en algunos momentos.
El director vuelve a dotar de realismo a las imágenes, dando por sentado que están grabadas por los propios protagonistas (entonces ¿quien las encontró?) dejando la puerta abierta a una nueva película sobre este falso mito. Una historia que, realmente, nunca quedó muy definida, dejando únicamente salvables aquellos elementos que, como las antiguas leyendas, inspiran el terror más primario.
Blair Witch tampoco es una película que resulte entretenida, porque tampoco parece aspirar a ello. Nos resulta bastante complicado los motivos que han llevado a Wingard a embarcarse en semejante subproducto cuya única virtud reside en tratar de ser una secuela directa de El proyecto de la bruja de Blair.
La película cuenta igualmente con actores muy poco conocidos, con el fin de otorgar más realismo a lo que estamos viendo. Tiene algunos pequeños detales curiosos, pero por lo general se sirve de los mismos artilugios que aquella.
No hay sorpresas en Blair Witch y tampoco nos va a descubrir nada nuevo, ni siquiera su alargado y estirado final (innecesariamente) logran salvar una cinta que, sinceramente, supone perder unos cuantos minutos. Desde luego no es nada recomendable, al menos si tenemos aún buenos recuerdos de la cinta del 99.