Con Contagio en alta mar, podemos estar hablando casi de un debut cinematográfico, ya que su directora, la irlandesa Neasa Hardiman, ha desarrollado su carrera artística prácticamente en las series de televisión, dirigiendo episodios de Con ella empezó todo (2015) o Jessica Jones (2015). Ha realizado algún documental y hace unos catorce años debutó en la dirección con una película irlandesa de escasa repercusión internacional.
Con su trayectoria en televisión, quizá resulte chocante encontrarnos este título y esta historia en la filmografía de Hardiman, pero Contagio en alta mar tiene ese aroma de debut que, pesar de sus pequeños defectos, la hacen bastante entretenida de ver.
Sí, lo primero que se piensa al leer la sinopsis es que esto está ya muy visto, y es verdad, no es precisamente un alarde de originalidad lo que Contagio en alta mar nos cuenta. Pero su interés radica sobre todo en las formas y en cómo la directora (también autora del guion) maneja los elementos que la conforman. Y es que, es una película que hace referencia a los temores primarios, como lo desconocido, la desconfianza, la soledad o el aislamiento.
Prácticamente toda la película se desarrolla en el barco (salvo unos pocos minutos iniciales), todo un desafío para cualquier historia. Los desarrollos en espacios reducidos (véase un tren, una habitación, una casa…) siempre suponen un pulso para el director, que debe amoldarse al entorno y plantear situaciones conforme a él. Bien es cierto que la sensación claustrofóbica que nos podría transmitir la película no termina de aparecer, si que tiene algunos momentos interesantes y que nos recuerdan bien dónde se desarrolla la historia.
Por otro lado, tiene la ventaja de no jugar demasiado con elementos CGI, lo que le da un buen margen para que la mayor parte del suspense o del ¿terror? se encuentre en su guion y de que será éste el encargado de crear situaciones que realmente nos provoquen las sensaciones necesarias. Hay algunas escenas incómodas, pero en general no es una película que se guarde muchas sorpresas. Eso si tampoco es una cinta demasiado previsible.
A nivel interpretativo, cuenta con pocos rostros conocidos, principalmente los que encabezan el cartel (bastante poco acertado, recargado de texto, e incluso da pistas sobre el argumento haciendo referencia a películas pasadas, a modo de gancho para el público). Dougray Scott, Connie Nielsen y la joven Hermione Corfield son las caras más reconocibles de un reparto que, aunque desigual a nivel interpretativo, cumple sobradamente las exigencias de la historia.
Contagio en alta mar, como reza también en su cartel, podría beber de fuentes como La Cosa (John Carpenter, 1982) o Abyss (James Cameron, 1989), e incluso Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), quizá más de la primera (tiene alguna escena “homenaje” incluso) y menos de la segunda. Hay algunas lagunas en el guion que no terminan de cerrarse o explicarse (¿no son necesarias?), pero en general es una película sencilla, sin pretensiones, que juega bien los elementos que tiene para ello, y que en definitiva puede suponer un entretenimiento asequible para, prácticamente, cualquier público (no hay escenas demasiado sangrientas).