Tras las buenas (o eso parece) acogidas por parte de la taquilla de los llamados ‘live action’, Disney no duda en explotar (como hace con todo) la fórmula y se ha lanzado a producir películas basadas en personajes que, no necesariamente, cuentan con cintas animadas. Lo hizo anteriormente con Maléfica (Robert Stromberg, 2014) y ahora con esta Cruella (Craig Gillespie, 2021)
El turno en esta ocasión es para una villana tan icónica como casi desconocida, Cruella Devil, aquella mujer con rostro excesivamente avejentado y rasgos brujescos, que soñaba con despellejar un centenar de perros y hacerse un abrigo con sus pieles. Su propósito era, cuanto menos, aterrador para tratarse de un personaje enfocado a un público infantil, por lo que no es de extrañar que, con el tiempo, Disney y su habitual pátina de lo ‘políticamente correcto y apto para niños’ haya decidido pasar por alto eso y dedicarle un trasfondo más dramático y menos agresivo al personaje.
Basada en el personaje que Dodie Smith creó en la novela 101 dálmatas, Craig Gillespie se encarga de dirigir esta especie de viaje a la cabeza de un personaje que, durante la película, despierta tanto lástima como aprensión, algo que en el fondo les sucede a muchos villanos de Disney.
La película está presentada casi como una especie de cuento, con una cuidadísima producción, que abarca maravillosos decorados, una ambientación soberbia y, sobre todo, un diseño de vestuario magnífico. La película, sinceramente, entra muy bien por los ojos, narrando las peripecias de la malograda Estella, y centrándose sobre todo en el proceso de “creación del personaje”, y menos en su infancia.
Emma Stone, se encarga de ponerle cara al personaje. Quizá su rostro como villana no encaje en un primer momento, pero la evolución del personaje le va como anillo al dedo. Si hay una cosa que destacaríamos a nivel interpretativo es la apuesta por juntar a dos Emma en esta película. Por un lado, la veteranía y siempre buen hacer de Emma Thompson, y por otro la frescura y promesa de Emma Stone. Eso sí, ambas actrices pueden llegar a eclipsar al resto del reparto.
Cruella es una película bastante entretenida, quizá algo excesiva en su duración (con media hora menos habría sido también igual de efectiva), con una dirección solvente sin demasiadas improntas, pero sobre todo con ese espíritu que mezcla el mal con el drama y que siempre suele dar buen resultado. No es, quizá, una película demasiado infantil.
Y es que toda la atención se centra en el personaje de Cruella, en ningún momento se desvía el plan. Una película que habla de los sueños, de lo que marca nuestro futuro, de la locura, de la ambición… todo ello con una cuidada puesta en escena y que, rara vez, muestra a personajes histriónicos o impostados (como si sucedía con las aproximaciones que se hicieron en su día (1996 y 2000) con Glenn Close, en donde se ridiculizaba al personaje más que otra cosa). Su tramo final, que es lo que enlaza realmente con lo que sabíamos gracias a la maravillosa cinta animada de 1961, con la que, además, comparte diversos guiños durante toda la película.
No viene a descubrir demasiado (los personajes que se crean gracias a la locura no son nada nuevos en Hollywood) pero es quizá uno de los ‘live action’ más recomendables a nivel de originalidad, puesta en escena e interpretación. Lástima que con la secuela venidera, se corra el riesgo de incidir, reiterar o exagerar ciertos rasgos que aquí quedan bastante definidos.
