El final de todo (David M. Rosenthal, 2018) se aferra a la idea de generar interés en el espectador, y de ahí no parece pasar. Simplemente tratar de “bombardear” al público con una serie de potentes escenas y poco más.
El planteamiento de El final de todo es muy interesante, el caos que se genera, el cómo te va metiendo en la historia poco a poco, los personajes… todo es muy pasable (dentro de las limitaciones de las que es consciente). Pero desgraciadamente es una cinta a la que le falta algo esencial, el saber hacia dónde ir.
Y es que la película no tiene un final muy definido, de hecho es una verdadera patada en la cara para el espectador, que tras asistir a un ejercicio que crea interés y al que poco a poco va entrando, ve como su desenlace es muy flojo, atropellado y muy poco esclarecedor. Quizá la película no quiera contarnos el hecho en sí, pero tampoco se molesta en darnos algunos detalles. Y si esa es la razón, al menos podría compensarse con otras cosas, pero no lo hace.
Llama especialmente la atención la puesta en escena y la espectacular fotografía que contiene. Paisajes desolados, escenas de acción correctamente rodadas, unos efectos especiales solventes que no tiran de la recargada espectacularidad a la que Hollywood nos tiene acostumbrados. En este sentido la película cumple bastante. También aporta bastante la banda sonora del islandés Atli Örvarsson, que le da a la cinta un aire desesperanzador e incluso terrorífico, a la vez que marca muy bien las partes dramáticas y las de acción.
En cuanto al nivel interpretativo, podríamos salvar quizá a Forest Whitaker, retrato del militar retirado (sí, con algunos clichés), que hace lo que sea por proteger a su familia. Whitaker no levanta la película, pero al menos en sus apariciones le da cierto empaque de película más seria. Desgraciadamente tener a Theo James como protagonista no ayuda. El actor, resuelve muy justo.
El final de todo es una cinta muy desigual, con buenos elementos pero que da la sensación de que su guionista, Brooks McLaren no ha sabido muy bien como terminar. Es su primer gran trabajo como guionista (se perfila para una nueva entrega de Rambo, echemos a temblar) quizá eso le haya pasado factura, pero cuando una historia no tiene un fin o un “hacia donde”, prácticamente está todo perdido.
Una lástima porque tiene buenos ingredientes que combinados quizá por otro, daría lugar a una película algo más aceptable. Pero sus errores son tremendos y como película, mas allá del puro entretenimiento, no da para mucho más.
Ni su director ni su guionista son nombres de peso, si a esto sumamos que no es una película muy redonda, son unos cuantos puntos en contra para que se pueda estrenar en los circuitos comerciales. Si quiera la presencia de actores conocidos como Forest Whitaker o Theo James fueron suficientes para estrenarla.
Sólo puede verse a través de Netflix.