Primera película del francés Mathieu Turi (anteriormente dirigió la película para televisión Hostile (2017) y ha trabajado como director de la segunda unidad en unos cuantos títulos de peso) en la que nos adentramos en el asfixiante laberinto de tubos donde sobrevivir es lo único importante… o no. Turi trata de dar una especie de vuelta a una idea tan básica, pero no la redondea como uno espera.
Resulta inevitable pensar en la cinta (también francesa) Cube (Vincenzo Natali, 1997), una de las películas de ciencia ficción/suspense/terror más estimulantes de los últimos años. Que El tubo bebe de ella, pues… es bastante discutible. Bien es cierto que la sensación claustrofóbica que transmitía la cinta de Natali y la que transmite ésta, podrían ser comparables, aunque quizá El tubo resulta algo más angustiosa por tratarse de escenarios mucho más angostos. Donde si comparten elementos es en el terreno de la supervivencia.
Pero poco más, la cinta de Natali, rodada con bastante sencillez y con un guion sumamente interesante, está bastante lejos de lo que nos ofrece El tubo, película más sencilla en su factura, con un reparto absolutamente mínimo, y con un trasfondo un poco más… profundo que la película del 97.
A pesar de que en la comparativa salga perdiendo, El tubo tampoco resulta una propuesta demasiado floja. No es una película sumamente intensa o con un guion sorprendente, pero al menos nos mantiene entretenidos durante hora y media.
Cojea bastante en el guion, proporcionando algunos detalles que, durante su desarrollo, realmente no aportan mucho a la historia, dejando bastante a la imaginación del espectador y poco a la lógica. La idea de crear claustrofobia, de generar desasosiego (cual será la siguiente “prueba”) o de empatizar con la protagonista, están bastante conseguidas, pero lejos de eso, la película no trasciende mucho más.
Un ejercicio limpio, simple, demasiado quizá, pero que también tiene un trasfondo. En este caso Turi, autor también del libreto, se encarga de retratarnos una historia sobre el dolor, sobre la pérdida y sobre la culpa, a través del pasado de la joven protagonista. Una pena que toda esta buena enjundia, quede casi eclipsada por el resto de la película.
El tubo entretiene, no hay duda, nos hace pasarlo mal a veces, pero no es una cinta redonda, a pesar de los esfuerzos de su director/guionista de proporcionar al personaje principal de un fondo dramático e interesante. No perderemos el tiempo, pero tampoco dejará mucho poso.