Habría que estar un poco ciego para no ver la “guerra” que hay entre adaptaciones de MARVEL y de DC COMICS. Llamémoslo guerra aunque no hay una declaración y ni muchos menos una victoria que esperar, son dos variaciones con sus fieles y que ya tienen un público fabricado. Hacerlos cambiar de opinión, se puede conseguir, pero es complicado.
Tras el descalabro de Batman v Superman: El amanecer de la justicia (Zack Snyder, 2016), y de que su taquilla no haya sido tal y como se esperaba, Warner vuelve a contraatacar con la adaptación de otro cómic icónico, el de aquel conformado por los villanos más populares del universo DC, en forma de trama plana, simple y con escasas novedades. Eso sí, al menos espectáculo y entretenimiento están bastante a la par, aunque tampoco hay que ponerla por las nubes.
El director, productor y guionista David Ayer, se ha tomado casi como reto personal, llevar al límite una historia que, a priori, no resulta para nada compleja y que se ha de tomar (si fuera el caso) como un adelanto para una secuela. Aquí se presentan personajes, se profundiza algo más en ellos (algo que se agradece) y se va directamente al meollo, a la acción.
Ayer no da tregua, la cinta avanza bien, sin trompicones y con bastante previsibilidad. La adaptación al cine del cómic sigue siendo plana, sin aditivos, sabemos perfectamente qué va a pasar y las reacciones no aportan demasiado a la trama. El resumen de esto es una cinta divertida, con la que se pasa el rato pero que no destaca demasiado en el universo que Warner y DC están intentando montar.
Desde luego si hay que tener en cuenta que contar una historia desde el punto de visto de unos villanos, de unos “desechos sociales”, tiene su aquel, y que aun no sea nada nuevo (todavía tenemos el grato recuerdo de Los doce del patíbulo (Robert Aldrich, 1967), en donde el mismo planteamiento conseguía mejores actores y mejores personajes.
Hay algunos aspectos que habría que comentar de Escuadrón suicida. Quien espere ver a un pletórico Joker (bajo un siempre efectivo Jared Leto), tendrá que esperar a verlo enfrentarse de nuevo al murciélago, ya que aquí su presencia es casi anecdótica. Tiene importancia, sí, pero apenas lo vemos en pantalla más de quince o veinte minutos.
Hay dos intépretes que quizá haya que destacar. Por un lado Will Smith, que de nuevo vuelve a tomar las riendas de su carrera, con un personaje a su medida, un tipo sin escrúpulos, con apenas sentimientos, pero que en el fondo tiene un fin y un objetivo. Y por otro lado a Margot Robbie, interpretando a Harley Quinn, y que aporta en las escenas de acción, quizá el punto más cómico, más gamberro, y cuya relación con el Joker, tiene momentos interesantes.
Pero lejos de estos dos ejes, Escuadrón suicida no nos va a aportar numerosas cosas interesantes. Con un villano descafeinado (esto lo comparte con MARVEL), a quienes sus protagonistas se despachan en una escena de 15 minutos, todo se resuelve con unas cuatro o cinto secuencias de acción. La cámara se mueve irregularmente, y en ocasiones uno no sabe que está pasando (algo de lo que también adolece la trilogía de Batman de Christopher Nolan).
A Escuadrón suicida le pasa como a las de su género, se vende sola, pero en esta ocasión ha habido mucho ruido y pocas nueces. Una cinta simplona, entretenida y una oportunidad perdida para haber dado un puñetazo en mesa a MARVEL y haber dicho “Aquí estoy yo con mis chicos malos”. Por cierto, hay que recordar que aquí también hay escena al final de los créditos.