Se dio a conocer al gran público con Lo que hacemos en las sombras (2014) cinta sobre el mundo de los vampiros, contada como si de un documental se tratase. El éxito fue tal que hasta salió una serie de televisión. Su incursión en el UCM con Thor: Ragnarok (2017) lo catapultó hasta se considerado prácticamente en cada nuevo proyecto que sale de unos grandes estudios. Taika Waititi, nacido en Nueva Zelanda, se desmarca ahora de mundos futuros o épocas remotas, para adentrarse en la Segunda Guerra Mundial, concretamente en sus últimos días.
Aunque Jojo Rabbit adapta parte de la obra de Leunens, además de ciertos cambios a nivel de personajes, la esencia está igualmente. Una película en la que se mezclan varias etapas y multitud de personajes que, Waititi, no desaprovecha para improntar con su particular sentido del humor. El propio director se reserva un caramelo, la voz interior del pequeño Johannes, el mismísimo Adolf Hitler.
Waititi exagera ya no sólo las expresiones del líder alemán, sino sus ideas y sus obsesiones, llevándolo hasta una parodia exagerada. Es quizá uno de los puntos más graciosos e interesantes de la película. Pero en un momento concreto, cuando se presenta el personaje de la niña Elsa, todo se torna menos cómico y se vuelve más dramático.
Y es que prácticamente todos los personajes alemanes que aparecen en la película están exagerados y caricaturizados. Sus ideas, pensamientos y obsesiones se convierten aquí en carne de cañón para disparar una serie de escenas, a cada cual más ridícula por el contenido ideológico que contiene. Sin duda la elección del reparto ha sido todo un acierto para la película.
Jojo Rabbit tiene, por decirlo así, dos partes. Podemos dividir la cinta en una primera introducción que nos presenta al protagonista, muy bien contada con un hilarante campamento para niños nazis, encabezado por Sam Rockwell, que da vida al capitán Klenzendorf, una especie de militar al que nunca parecen haberle considerado y que han destinado al pueblo donde vive el pequeño protagonista con tal de quitárselo de en medio. Esta parte es donde más comedia se concentra y quizá la más llamativa.
Pero la segunda mitad de la película se vuelve más dramática, con la presencia de la niña y la relación que mantiene con Johannes. La lucha interior del pequeño, que se debate entre delatar a la niña o ayudarla, es lo que le da la estructura a esta segunda mitad y quizá también tiene cierto interés, aunque no nos va a plantear prácticamente nada que no hayamos visto antes, es decir, la amistad entre personajes que, a priori son enemigos, pero se necesitan entre si.
Y es que Jojo Rabbit es una cinta bastante sencilla, con puntos de humor que pueden hacer más o menos gracia. Pero su enjundia reside en el pequeño personaje protagonista, obsesionado con la idea de ser nazi, de pertenecer a un grupo, de tener un grupo de amigos, de formar parte de algo; un niño que vive únicamente con su madre (una correcta Scarlett Johansson), y al que le hace falta también la figura de un padre.
Es una película con miga, sí, pero bien administrada. Waititi no parece dejarla redonda, pero tiene algunos momentos que resultan interesantes.