Jóvenes ocultos

Jóvenes ocultos

The Lost Boys | 1987
2 de mayo de 2022
Lucy es una mujer que acaba de divorciarse y quiere empezar una nueva vida. Para ello se muda a Santa Carla, a casa de su padre, junto a sus hijos. Allí los dos chavales descubren que el tranquilo pueblo oculta la guarida de un grupo de vampiros.

Dentro del cine de los ochenta, concretamente de finales, nos topamos con esta película de Joel Schumacher (Nueva York, 1939), a quien tuvimos que decir adiós hace un par de años. Schumacher, venía de dirigir la película St. Elmo, punto de encuentro (1985) sobre la supervivencia de los jóvenes en la sociedad después de terminar la universidad. Es un director a quien se le ha dado bastante bien siempre este tipo de público. Su siguiente película daba un pequeño paso más, mezclando el terror (muy ligero, eso sí) con ese cine.

Sin entrar a valorar la necesidad o no de las dos secuelas (Vampiros del surf (2008) y Sed de sangre (2010)) que surgieron de este clásico, es innegable que Jóvenes ocultos (Joel Schumacher, 1987) guarda algo más que una cinta de aventuras-terror para jóvenes, una mezcla que, a priori y en aquella época despertaba tanto curiosidad como rechazo, sobre todo por la idea de que se tratase a los vampiros de una forma caricaturesca.

Pero Schumacher sabía perfectamente el tono que quería darle a la película, surgida de la mente de la guionista Janice Fischer y el debutante James Jeremias. El guión lo termina de pulir alguien conocido, Jeffrey Boam (Arma letal, El chip prodigioso, Indiana Jones y la última cruzada…). La película destila frescura, genera interés y, aunque quizá los años hayan pasado demasiado en ella, lo cierto es que debajo de su caparazón hay un pequeño discurso que, a día de hoy sigue vigente.

Con Jóvenes ocultos, Schumacher nos habla de lo difícil que es encajar en un sitio nuevo, hacer nuevos amigos, e incluso coquetear con las drogas. También nos habla de lo que significa ser el hermano mayor o el pequeño, e incluso de lo que cuesta empezar desde cero. Por eso, Jóvenes ocultos guarda muchos detalles y capas que la hacen, incluso a día de hoy, un filme muy interesante de ver.

Kiefer Sutherland.

Un casi debutante Jason Patric, que volvía a coincidir con Jami Gertz, los ‘amigos Corey’, Haim y Feldman (incluso tuvieron una serie juntos), y la presencia de Kiefer Sutherland (ya casi icónica de la época), marcan una película que, aunque no tiene unas interpretaciones memorables (ni siquiera la experiencia de Dianne Wiest o Edward Herrmann), si que tiene unos personajes muy entrañables a los que se les coge cariño muy rápido.

La pareja de hermanos (en la ficción) formada por Corey Feldman y Jamison Newlander (que seguirían hasta en las secuelas), los hermanos Frog, responsables de una tienda de cómics y que llevan tiempo sospechando de que en el pueblo algo pasa, es posiblemente lo mejor en cuanto a personajes de toda la película.

Jóvenes ocultos no es perfecta, es consciente de ello, pero tiene buenas ideas y sirve como escaparate para poner en una gran pantalla, los problemas de los jóvenes de la época, y sobre todo, como hemos comentado, la necesidad de encontrar nuestro hueco, de encontrarnos a nosotros mismos en un sitio nuevo.

El año: 1987

Una de las bazas más importantes a la hora de promocionar la película era su bandas sonora, con temas de artístas como INXS, Roger Daltry (la voz de The Who), Lou Gramm o RUN DMC. Con casi 9 millones de dólares de presupuesto, su recaudación fue de algo más de 5 millones en el primer fin de semana de estreno, todo un éxito. Ese mismo año, la ciencia ficción de Depredador (John McTiernan, 1987) o RoboCop (Paul Verhoeven, 1987) arrasaba también en los cines. Pero la película de Schumacher aunaba en una misma historia, jóvenes como protagonistas (para ganarse gran parte de la audiencia que iba a los cines) y todo ello aderezado con una potente banda sonora.

Entretenimiento de aventuras-terror que guarda algo más bajo su historia.
7

Dirección
Joel Schumacher
Guion
Janice Fischer, James Jeremias, Jeffrey Boam
Dirección de fotografía
Michael Chapman
Música
THomas Newman
Montaje
Robert Brown
Formato
2.39:1
Nacionalidad
USA
Duración
97 minutos
Distribución
Warner Bros. Pictures
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