Aunque hace algunos años Steven Soderbergh anunció su retirada del cine, no ha dejado de hacer pequeñas películas con historias sencillas, pero con cierta enjundia en su fondo, además de estar enfrascado en diversas miniseries con historias curiosas (Command Z (2023) o Círculo cerrado (2023)).
Steven Soderbergh (Atlanta, 1963) se ha interesado casi siempre (salvo cuando le ha dado por hacer cine más comercial, como la saga de Ocean’s Eleven, por ejemplo) en las conductas humanas, y el thriller ha sido y sigue siendo, parte de la esencia de su cine. Historias sencillas que, debajo, tienen una capa algo más trascendente de lo que parece.
Kimi, dentro de lo más que evidente de su propuesta, es una película sobre las relaciones entre las personas y la tecnología, a grandes rasgos. Es una historia sobre cómo las grandes corporaciones tratan la información, y de cómo se hace uso de ella… o se oculta, en función siempre de los intereses de las mismas. Es una base sobre lo que ya han resuelto productos como The Game (David Fincher, 1997) o la más actual, El círculo (James Ponsoldt, 2017). La idea de esas grandes empresas que controlan nuestros movimientos y cómo utilizan nuestra información para, según ellas, personalizar sus servicios y hacernos la vida más fácil y entretenida.
Detrás de esta primera capa hay una segunda que atañe al personaje principal interpretado por Zoë Kravitz. Un personaje que necesita superar sus miedos y traumas para salir adelante, en el fondo es la eterna historia de superación. Un personaje con pocas habilidades sociales y con el que empatizamos prácticamente desde el minuto uno.
Una vez planteadas estas dos capas, Soderbergh, más bien David Koepp (no necesita presentación) plantea la trama. Entra en juego el elemento del thriller. Es quizá lo más flojo de la propuesta, ya que no está demasiado bien explicado. Bien es cierto que simplemente es la excusa para desarrollar las dos capas anteriores, pero algo más de información posiblemente habría sido un punto a su favor.
Kimi no es una cinta que nos vaya a sorprender, de hecho, su carácter previsible también juega un poco a su favor, abriendo la posibilidad de enfrentarnos a ella como una cinta más entretenida por la que apenas se “sufre” por los personajes.
Soderbergh factura una película sencilla, bien armada, con personajes que resultan creíbles y con una serie de capas que la convierten en una propuesta interesante, que no deslumbra ni entusiasma, pero que tampoco se convierte en un producto mediocre. Es verdad que su director ha dado grandes alegrías al cine, pero dentro de lo modesto de este producto, hay que valorar que tiene cosas interesantes.
Aunque Soderbergh es un director con caché y tirón, la pandemia podría haber sido una razón por la que esta película no vió la luz en el circuito de salas. Incluso la presencia de Zoë Kravitz podría haber ido un aliciente para estrenarla.
No existe edición física, a día de hoy, de esta película. Puede verse a través de HBO Max si estamos suscritos. También está disponible en otras plataformas para alquilar, como Rakuten o prime video.