Segunda adaptación por parte de Frank Darabont de una obra de Stephen King tras la magnífica Cadena perpetua (1994). Una obra larga, intensa, pero sobre todo una película muy completa. Sin entrar a valorar su fidelidad con la novela de King, la película es una verdadera maravilla.
Como ya sucediera con Cadena perpetua, Darabont se toma su tiempo para presentar a los personajes y para descubrir y describir sus conflictos. Escrita por el propio Darabont (como siempre ha hecho cuando se trata de adaptar a King), el guion es una verdadera maravilla, y resulta muy fácil empatizar con los personajes. A estos hemos de sumarle el enorme carisma que siempre ha desprendido Tom Hanks y unos secundarios con los que sin duda congeniamos al momento.
Darabont toma buena nota de lo que necesita la historia, y para ello el guion es una maravillosa combinación de drama y suspense. Las notas sutiles de comedia también ayudan a que la historia fluya de una forma increíble. Pocas pegas se le pueden poner a un guion que toca temas sumamente atemporales pero aún vigentes hoy en día, como puede ser el racismo. La película también hace partícipe al espectador, dejándole durante un buen rato con varias dudas sobre los personajes. Es una película hecha para disfrutar y para sumergirse en ella totalmente.
Hablábamos antes de Tom Hanks, de su innegable carisma. Aquí representa la justicia en su máximo exponente. Edgecomb es un hombre serio, recto, justo (aunque se plantea diversas dudas sobre ello). Junto a él, un elenco de secundarios con los rostros de David Morse, Barry Pepper o Jeffrey DeMunn encarnan otros valores, algunos incluso semejantes a los de Edgecomb.
Imporante destacar el papel de Doug Hutchinson, como el odiado Percy Wetmore. Un destestable personaje al que nos enfrentaremos en varias ocasiones, por su falta de escrúpulos y humanidad ante un trabajo que, es de todo menos fácil y sencillo.
Sobre el ya desaparecido Michael Clarke Duncan, no hay mucho que decir. Su personaje es un verdadero regalo para cualquier intérprete. Él consigue que nos emocionemos y nos encariñemos de un hombre absolutamente extraordinario.
La milla verde es una película prácticamente redonda. Tan sólo su excesiva duración puede echar para atrás a algunos, pero no es una nota negativa, ya que la película tiene un buen ritmo y la historia engancha totalmente. En ningún momento se hace pesada o resulta lenta. Sin duda uno de los mejores dramas que ha dado el cine en los años noventa. Una pena que Darabont se prodigue tan poco.