Han pasado cinco años desde que el director Leigh Whannell nos dejará un más que buen sabor de boca con su particular visión del clásico de H.G. Wells, El hombre invisible (2020). Un notable relato sobre la violencia de género metido dentro de un thriller con tintes de ciencia ficción. Un resultado cuanto menos interesante que aportó un soplo de aire fresco a la clásica historia.
Whannell parece haber querido repetir la jugada, aunque con un trasfondo distinto, pero tomando como base, una vez más, uno de los personajes míticos de la Universal. Lon Chaney o Henry Hull interpretaron al personaje en la época dorada de Hollywood, y ya entrados en el cine más actual, Jack Nicholson (Lobo (Mike Nichols, 1994)), Benicio del Toro (El hombre lobo (Joe Johnston, 2010)), e incluso el español Paul Naschy (en las películas de la saga del personaje de Waldemar Daninsky) le pusieron rostro al licántropo. Ahora se encarga de interpretarlo Christopher Abbott a quien hemos visto como secundarios en muchas ocasiones, más recientemente en Pobres criaturas (Yorgon Lanthimos, 2023) o Kraven The Hunter (J.C. Chandor, 2024).

Partiendo de la base de que el listón en cuanto a dirección quedó muy alto con los trabajos anteriores de Whannell (incluso su desconocida Upgrade (Ilimitado)), aquí la cosa no termina, ni siquiera de igualarlo. Estamos ante una película con un trasfondo social, como la anterior, aunque aquí dejamos de lado la violencia de género para centrarnos en la familia, las relaciones entre padres e hijos, o incluso las relaciones de pareja. Sigue habiendo buenas intenciones, pero el resultado dista mucho de ser una película interesante.
Hombre lobo es más un ejercicio entretenido que una historia con denuncia social incorporada, como si parecía que pasaba con El hombre invisible. Whannell escribe el libreto junto a su mujer, Corbett Tuck y entre los dos construyen un relato más centrado en la propia transformación del humano al licántropo que en sus meras fechorías. Si bien es cierto que la película carece de ciertas ambiciones, no es raro encontrar muchos lugares comunes en su desarrollo, restándole interés en algunos momentos, tediosos y lentos, también cabe mencionar. Es además la visita a sitios conocidos dentro de este tipo de historias, algo necesario si quiere que todo avance y el personal no se quede dormido.

Hombre lobo no es una cinta absolutamente fallida, porque tiene algunas virtudes a nivel técnico y de puesta en escena, pero le falta la capacidad para sorprender y dejar huella. Es, sencillamente, una película de terror (no mucho) correcta, como casi todo lo que pasa por las manos de Blumhouse.
Una historia pequeña que tampoco requiere de un enorme elenco, prácticamente rostros poco conocidos, lo que le permite a Whannell centrarse más en los personajes y evitar ‘distracciones’.