Brad Anderson pertenece a esa clase de directores que, a pesar de estar cómodos en un género, de vez en cuando intentan desviarse haciendo que las cosas no les queden tan mal con respecto al resto de sus trabajos. Desde sus inicios con Session 9, (2001) a pesar de no contar con un presupuesto holgado para una cinta de semejantes características, supo salir airoso con una cinta lenta pero correcta.
Muchos indicios parecen apuntar a que la historia de Vanishing on 7th Street no está muy terminada que digamos. Su desarrollo de personajes es bastante escaso, por no decir vacío. Apenas sabemos de ellos, sus inquietudes… poco o nada, ni siquiera los esfuerzos de Anderson a la hora de darnos detalles sobre ellos, logran mostrarnos interés. Y si en una historia, los personajes te dan igual, entonces, apaga y vámonos.
El caso es que la idea de plantear la situación no es descabellada. Todo alborotado, sin apenas proporcionarnos información sobre el suceso que desencadena todo, pequeños retazos, escenas para darnos pistas… son elementos que podrían hacer un buen arranque de esto, pero el insulso guión no cuaja por ningún lado y la cosa se sale del recipiente, desbordando al personal, la mayoría bastante perdido.
A modo de supervivientes, los personajes intentan esbozarnos su pasado, su ¿por qué estoy aquí?. Anderson no está hecho para estos trapitos y a esto le sumamos que Vanishing on 7th Street no cuenta prácticamente nada. Y esto es algo literal, la película deriva en muchas cosas pero no va a lo esencial, y ya no hablo de una sencilla pregunta de ¿por qué ha pasado todo esto? sino de una mínima explicación.
Una lástima, pero resulta que incluso Transsiberian (2008), el anterior trabajo de Anderson, empezaba a adolecer de algunos de estos “peros”. Lejos ha quedado su buen hacer con El maquinista (2004), quizá su película más lograda en donde todo está perfectamente hilado y la interpretación de Christian Bale era un aliciente más (quizá el de más peso) para verla.
Aquí ni la mixtura interpretativa de varias generaciones puede salvar de la quema esta sinrazón. Anderson se ha ido por ahí (no sabemos dónde) y ha intentado torear como ha podido el guión de Anthony Jaswinski, cuya labor no parece haberse terminado como es debido. Vanishing on 7th Street podría haber sido una buena historia, una película correcta y podría haber levantado el vuelo de su director. Lástima que ni ese final, en un intento de salvar todo, no logre un mínimo exigido para esta cinta.
Transsiberian (2008) fue el último título de Brad Anderson estrenado en España (al menos hasta la fecha). No tuvo una taquilla demasiado abundante, a pesar de ser una co-producción con España y de contar con un reparto bastante conocido. Quizá fue este uno de los motivos por los que Vanishing on 7th Street no se estrenó en nuestro país (se pudo ver en Sitges). Llama la atención que la presencia de Hayden Christensen (que venía hacer Jumper (2008)) no fuese un reclamo para su lanzamiento en salas. En cualquier caso, achacamos su ausencia en las salas, por el poco tirón de su director, posiblemente.
Ni siquiera la presencia de actores conocidos ha permitido que esta película vea las tiendas en España. Si queremos verla, tendremos que recurrir a otros países (Estados Unidos, Italia o Francia), donde goza de ediciones en DVD o bluray. Dado el tiempo que hace de su estreno, vemos poco probable una salida en nuestro país en el mercado doméstico.