El boom de las adaptaciones de novelas para adolescentes parece llegar a su fin con el cierre de las de Los juegos del hambre o Divergente. Anteriormente ya lo hicieron las multitudinarias y exitosas sagas de Harry Potter o Crepúsculo. Todavía queda el resquicio de alguna, como El corredor del laberinto, con dos títulos ya estrenados y fecha para el tercero, y la duda de la continuación de otras, como Cazadores de sueños: Ciudad de huesos (Harald Zwart, 2013) o esta que nos ocupa, La quinta ola (J. Blakeson, 2016).
La historia, no es precisamente un alarde de originalidad. Bebe de diversas fuentes, sobre todo de ciencia ficción clásica, se me viene a la cabeza, por ejemplo, Los ladrones de ultracuerpos (cualquiera de las versiones) o incluso alguna más contemporánea, como The Host (la huésped) que también tuvo una infumable adaptación a la gran pantalla.
Blakeson, director de la más que aceptable cinta sobre un secuestro La desaparición de Alice Creed (2009) inédita en España salvo en el mercado doméstico, no deja precisamente una huella imborrable en una película bastante “del montón”. Y es que La quinta ola no alardea ni de originalidad en su base y mucho menos en su traslación a la gran pantalla.
La trilogía de Rick Yancey, que tendrá su cierre precisamente en unos meses en las librerías norteamericanas, se fundamenta en la lucha ya no sólo por salvar la humanidad, sino en las peripecias de la protagonista, una Chloë Moretz bastante “corriente” para lo que estamos acostumbrados, y en saber si realmente puede confíar en sus amigos, en los que, se supone, librarán a la Tierra de los invasores.
Toda una aventura, ya no sólo diga siquiera de un videojuego, sino también de una saga destinada, precisamente, a un público adolescente (al igual que su adaptación), donde priman elementos más simples y comunes (el amor, la amistad, la aventura), en vez de la calidad cinematográfica.
Pero esto no nos pilla por sorpresa. Uno deduce muy pronto el tipo de producto que es La quinta ola, cine de rápido consumo, de entretenimiento fácil y con pocas intenciones más allá que la de poder conseguir financiación para adaptar las dos novelas restantes. Como película, realmente no supone ningún descubrimiento.
El elenco actoral tampoco es una maravilla, ni siquiera la presencia de Liev Schreiber o de la propia Moretz, o de la joven promesa Maika Monroe (muy de moda después de It follows (David Robert Mitchell, 2014) lográn salvar el barco de un naufragio que se atisba desde la lejanía. Son personajes planos, con poca profundidad, con reacciones previsibles y, si todo va bien, posiblemente olvidables una vez vista la película.
Cinta para ver y tirar, si se quiere tomar así. Pretende entretener a base de clichés, de tópicos y de poca sorpresa. No lo consigue y además desaprovecha bastante a los actores que tiene. Por cierto, también aparece por ahí María Bello, en un papel bastante anecdótico y que poco interés despierta.