Un florido prado de verano, Bella y Edward (Kristen Stewart y Robert Pattinson) están sentados mientras se miran, se hablan, sienten y padecen… sí, todo tan idílico que resulta inevitable soltar alguna que otra carcajada, sobre todo si no eres de los que espera encontrar una adaptación de uno de tus libros favoritos. Éste es el comienzo de la tercera entrega de la saga creada por Stephenie Meyer y que cuenta con millones de seguidores por todo el mundo. Y es que desde que en el 2008 se estrenase la primera película que diera nombre a esta rentable (más que rentable) saga escrita principalmente para jóvenes, Crepúsculo, sus responsables no han parado de amasar dinero.
¿Qué esperamos de esta nueva parte? Sinceramente, más de lo mismo. Y es que estamos ante un ejemplo de “fast food” cinematográfico, al menos para los que exigen quizá una cierta novedad dentro del panorama de estrenos, claro que si ése fuera el caso, quizá no nos molestaríamos en entrar a la sala y verla. La saga Crepúsculo: Eclipse (a partir de ahora Eclipse a secas) no va a sorprender en cuanto a película se refiere. Continúa siendo un culebrón para adolescentes.
Sigue jugando con todos los clichés que han convertido a sus antecesoras en éxitos indiscutibles y foco absoluto de foros especializados en Internet. Y es que es innegable que se trata de un fenómeno de masas. Pero sin distraernos mucho de lo que nos ocupa, Eclipse se detiene un poco más en lo que realmente les importa a las fans, el triángulo amoroso formado por los protagonistas, que en esta ocasión continúan sin variar sus registros interpretativos, dando la sensación de que apenas se involucran en la historia como actores que son. El principal defecto que tiene su reparto es que tratan de convertir en serio lo que no se cree nadie, tratan de hacerlo verídico, de hacerlo creíble, algo que seguramente muchos de los espectadores más acérrimos pasen por alto.
De marcado discurso conservador (algo que quizá se deje ver de soslayo), Eclipse ensalza por encima de todo cualquier sentimiento que los protagonistas sientan. Ayuda además una floja dirección, y un montaje muy alborotado y confuso, sobre todo en las escenas que requieren acción por parte de los personajes. A esto hemos de añadir unos efectos especiales de dudosa calidad (para hacerlo mal, mejor no lo hagas) y un guión al que cuesta hacerle avanzar, por lo lento que transcurre todo. Muchos pensamos que toda la historia de esta saga se podría contar fácilmente en dos películas (al menos lo que llevamos visto), pero claro sería una injusta acción para los fans.
Todo es exagerado en Eclipse, cada sentimiento de cada personaje es elevado a la máxima potencia, todo con tal de que el espectador viva una experiencia sublime. Es cine básicamente hecho para consumir por fans, seguidoras de Meyer y todas las que hayan devorado cada noche, unas cuantas páginas de los libros. No obstante, hay que dejar claro al menos un par de detalles positivos: Eclipse al menos tiene vocación de salvadora de taquilla, algo que muchos agradecemos dado el bajo nivel cinematográfico que venimos viendo últimamente; y no engaña a nadie.
Cine rápido, fácil de digerir aunque cuesta pincharlo. Nada nuevo para una entrega que tiene en la recaudación adolescente su principal aliado y que, si nadie se interpone, está llamada a convertirse en la reina de la taquilla veraniega. Eclipse no empaña la saga, la sigue saturando con discursos pesados y barrocos, pero nos permite vislumbrar un camino que se había vuelto oscuro.