El segundo largometraje de Jorge Torregrossa deja quizá, un mejor sabor de boca que su primera película, la muy inferior Fin (2012), en donde parecía darse más importancia a la estética que a la historia. El resultado era inferior a lo que se esperaba de ella. Ahora, con La vida inesperada, el realizador alcanza un nivel superior en cuanto a realización, y sin ayuda de efectismos, construye una historia sólida y entretenida, pero no pasa de eso.
Javier Cámara y Raúl Arévalo, ya habían coincidido en otras ocasiones como en Los girasoles ciegos (José Luis Cuerda, 2008) o la más reciente Los amantes pasajeros (Pedro Almodóvar, 2013). Es innegable la comicidad y la buena química que hay entre ellos y en La vida inesperada es algo que se palpa desde el principio. Quizá el mayor problema llega a la hora de establecer escenas algo más personales. El guión de Elvira Lindo, a pesar de ser muy acertado (tiene algunas líneas bastante buenas), no llega a conmover y la mayoría de sus frases quedan algo impostadas (en esto también ayuda una dirección de actores muy deficiente).
La vida inesperada intenta hacer un ejercicio de reflexión sobre el rumbo de la vida, sobre los recovecos que nos vamos encontrando, sobre si hay o no un camino establecido. Es una película quizá sobre el destino de todos nosotros. En este contexto, cabría esperar unos personajes intensos, con dudas… y nos encontramos una frialdad de roles que echa al traste lo que se intenta contar. En La vida inesperada, el espectador intenta ser partícipe de todo eso, pero no logra que le llegue nada.
Apoyando a la pareja protagonista, unos secundarios algo irregulares pero que cumplen con creces el papel que se les encomienda. Una cinta quizá también sobre el vivir fuera de tu casa, a distancia de los que más te quieren. En general, es una película que prometía buenas reflexiones salpicadas de comicidad inteligente, con la habilidad de conectar con el público. Pero no llega.
Podríamos destacar dos cosas favorables a la hora de hablar de La vida inesperada. Por un lado su ambientación musical. Obra del compositor/productor Lucio Godoy y del argentino-español Federico Jusid, muy conocido por sus colaboraciones con Juan José Campanella. Entre los dos, tejen una música melódica, con algunos tintes de jazz, muy neoyorquina, que ambienta perfectamente cada escena de la cinta.
Por otro lado, sin que llegue a despegar, La vida inesperada tiene un buen tramo final que intenta levantar el vuelo para arreglar lo que ha cometido. Quizá sus minutos finales sean lo que la haga más interesante. Una lástima que ese ritmo no se mantenga en toda la película.
Jorge Torregrossa, sin llegar a filmar una película redonda, si que acomete de forma muy justa, esta reflexión sobre el acontecer en la vida de los personajes. La vida inesperada prometía ser eso, una cinta inesperada, pero se queda en un mero entretenimiento para pasar el rato.