Un buen comienzo del año puede ser esta Como la vida misma, del director y productor Greg Berlanti. La película a pesar de contar con ciertos tópicos, trata de alejarse de la clásica comedia romántica al uso. La verdad es que por momentos lo consigue y si tenemos que encontrarla algún pero quizá sea a algunas partes de su guión, demasiado planeadas para que todo encaje. No obstante, puede suponee una opción para comenzar el mes.
Como la vida misma es cine de rápida ingestión, sí, pero agradable de ver en momentos quizá de cierta recaída moral o de baja autoestima. Y esto es por la cantidad de positivismo con el que está cargado el film. A pesar de que la premisa no resulta quizá muy “graciosa”, si que está bien la forma en la que Berlanti atraviesa las barreras de las comedias románticas al uso y destila esta nueva. ¿Qué el camuflaje le ha salido bien? pues sí, las cosas como son, más si la pareja protagonista tiene una buena química.
Es una comedia romántica y por esto ya sabemos todos a lo que atenernos, pero con cierta gracia e ingenio todo puede salir. Josh Duhamel es quizá quien aporta más humor a la función. Su papel chulesco aunque responsable, es lo que sin duda encaja a la perfección con su compañera, una Katherine Heigl menos “ñoña” que de costumbre y en un papel de mujer responsable con proyecciones de futuro y sin ningún tipo de tapujo a la hora de dejar entrever sus instintos maternales. En base a estos dos protagonistas, la película va construyendo poco a poco escenas o “set pieces” más o menos cómicas que desembocan en un final obvio y quizá un poco dilatado para lo que nos ha tenido en vilo.
Como es de esperar, la pareja protagoniza recibe un más que correcto “support” de unos secundarios más o menos decentes aunque sin pasar por el lavadero de tópicos. Aun con todas estas cosas, Como la vida misma es una cinta agradable de ver y que además se ha alejado de ñoñerías excesivas. Una comedia romántica madura (sí, quizá para muchos bastante olvidable) pero al menos no salimos del cine sacudiéndonos el azúcar. Desgraciadamente la mayoría de los puntos cómicos ya fueron explotados en los tráiler por lo que no esperemos mucho más en ese aspecto.
Berlanti ya debutó en la dirección con El club de los corazones rotos (2000), otro retrato sobre amistad-amor, ahora y dejando a un lado su faceta de productor, ha hecho lo correcto. Comedia de costumbre, de sobremesa y para degustar con tranquilidad y serenidad, porque lo que menos nos hace falta a estas alturas es meternos en una sala de cine y alterarnos ya bien empezado este 2011.
No negamos sin duda sus maravillosas e inocentes intenciones, pero Como la vida misma pasará de largo para mucha parte del público. Su honestidad como propuesta y su toque llano la convierten en objeto quizá más de odio que de gusto. Lástima, dado que supera en muchos aspectos a otras comedias con menos miga (curiosamente algunas con la señorita Heigl en su cartel).
Cine fácil, para evadirse y sobre todo para dejarnos tranquilos al salir de la sala. Una película entretenida, así es como debería ser también la vida.