Que la carrera de M. Night Shyamalan no ha ido precisamente ascendiendo, es algo que muchos se resisten a aceptar. Y es que el fuera director de las taquilleras El sexto sentido (1999) o El protegido (2000), lleva más de cinco años intentando remontar una carrera que prometía a pasos agigantados. La visita es una especie de regreso al thriller de terror que lo encumbró, eso sí, con notables diferencias que la convierten en una cinta algo personal.
Como si de un documental se tratase, La visita expone sus cartas claramente desde sus primeros minutos. Shyamalan, que además se encarga del guión, presenta una cinta de suspense (con tintes de terror), con una estructura muy clásica, personajes bastante planos (aunque se les intenta dar cierta historia y/o profundidad), y un desarrollo que sin llegar a mucho más, al menos crea interés, lo cual ya es un punto a favor si tenemos en cuenta los anteriores trabajos del indio.
Lo que más llama la atención de La visita es su punto de mala baba cómica que pulula por su atmósfera. Apoyándose en algunas escenas algo hilarantes pero sin llegar a ser desternillantes, el humor entra en escena durante varias ocasiones, apoyado ya no sólo por la pareja de ancianos, sino por el pequeño Tyler, punta importante en el desarrollo de la trama.
Y es precisamente ese punto cómico (más negro que el petróleo) lo que salva a La visita de su convencionalidad, de su “más de lo mismo”. Aunque se nos muestren las cartas, aunque los personajes sean un poco planos, al menos su punto cómico es muy agradecido. Y es que muchas veces, el terror se puede combatir con humor. Por otro lado, Shyamalan no deja que apartemos la mirada en todo momento del escenario, otro punto a favor de La visita. La fotografía (muy estudiada pero estratégica) también ayuda bastante a desarrollar la película.
Donde puede que flaquee La visita es en su parte “terrorífica”. No es un terror en su propia forma, pero si que genera cierta inquietud, que al fin y al cabo, puede llevar al terror. En estas líneas, La visita es una cinta correcta, sin demasiadas pretensiones, genera lo que genera y no aspira a mucho más.
Shyamalan, en un intento por regresar a sus orígenes, hace una película entretenida cuyo principal interés reside en el uso del humor para una situación como la que presenta. Si estamos dispuestos a aceptar esto, entonces entraremos en el juego de La visita.