Para que nadie se lleve a engaños, Monsters es una película sobre alienígenas bastante diferente a lo que estamos acostumbrados a ver, quizá porque el tema extraterrestre no sea más que una mera excusa para contar lo que realmente quiere contar Edwards.
A pesar de no contar con espectaculares escenas de acción, Monsters se mueve bastante bien por ese terreno, pero quizá no sea lo que muchos esperan encontrarse. Tiene una curiosa mezcla de varias “set pieces” que llevan a los protagonistas hasta el auténtico propósito de su largo viaje, como si de inmigrantes se tratase, llegar a la frontera y toparse con su “hogar”.
Partiendo de esta premisa, Monsters quizá deja claro su planteamiento en unos primeros minutos bastante contundentes. No estamos ante una cinta de invasiones, ni siquiera ante una posición más personal sobre lo que es una invasión alienígena. En ese sentido, Monsters está más próxima a District 9 (Neil Blomkamp, 2009) que a, Skyline (Colin Strause y Greg Strause, 2010) (por poner ejemplos cercanos en el tiempo). Aquí la sociedad ya convive con los extraterrestres y simplemente nos dedicamos a no tratar de que nos coman espacio. Sí, es el eterno dilema en este tipo de historias, y tampoco Edwards le da excesiva importancia. Toda la trama se centra en la relación entre los dos personajes esenciales de esta historia.
Entre ellos, el guión establece una relación cordial desde un primer momento, no sin evitar ciertos intentos por parte de algún bando, de entablar algo más que una simple amistad. Pero como suele pasar, situaciones delicadas y extremas, afianzan más todavía los lazos entre las personas y en Monsters no han hecho una excepción. Lo que es probable que no termine de cuajar, es la supuesta química que tendría que haber entre ambos personajes. Parte de esa “culpa” se la podemos achacar a sus actores (Scoot McNairy y Whitney Able) que tampoco parecen poner mucho de su parte a la hora de que esta química se genere, creando así cierta frialdad entre sus personajes.
Por lo demás, Monsters es una cinta interesante de ver, y a pesar de no contar con un presupuesto de 2 cifras o con unos efectos especiales sumamente elaborados (el propio Edwards se encarga de éstos), todo resulta eficaz y resolutivo, no hay mucho que dejar a la imaginación y todo está atado, a excepción de un final abierto aunque evidente, por otro lado.
Mención especial merece el apartado técnico de Monsters. Edwards ya sabe lo que es encargarse de todo, desde su primer cortometraje (Factory Farmed, se puede ver por la red) ha sabido mezclar el buen gusto por la imagen con una historia que llame la atención. Así la fotografía de Monsters es atípica para tratarse de una cinta de ciencia ficción. Espléndida la labor del propio director en este aspecto que, quizá, distraiga en exceso al público que acabe por sentir más aburrimiento que interés dado la rareza de lo que estamos viendo.
El realizador ha sabido trasladar su particular estilo visual y narrativo a una historia de miradas y de sensaciones, más allá de la propia ciencia ficción. Es por esto que a veces nos hace olvidar que estamos ante una película con alienígenas de fondo. Pero el director se encargar de ponernos en nuestro sitio y aunque las escenas con alienígenas no abundan precisamente, cuando aparecen lo hacen entre penumbras (de noche, al anochecer…) como ocultos, como con miedo a descubrirse. El director tampoco se postula sobre éstos, mostrándoles de varias formas, para no dar ideas a la platea, aunque, sinceramente tampoco es que sea necesario postularse. Monsters es pues cine del poco convencional, del que o amas u odias, pero personalmente no me deja indiferente. Lo atractivo de la propuesta merece al menos darle una oportunidad, eso si, sabiendo lo que vamos a ver.