Parece que el olfato de taquilla de Victor Hadida tras los buenos números cosechados por la saga Resident Evil, le impulsaron a reiniciar (o ‘reboot’ como dirían los modernos) una nueva ¿saga? Paul W.S. Anderson no es un director que destaque precisamente por su artesanía y su buen hacer dentro del cine (creo que salvaríamos Horizonte final (1997)… y ya), la apuesta de Hadida por nueva sangre trae consigo un producto muy flojo que, sin embargo tiene algunos elementos que lo vinculan mucho más con su origen que lo que hizo Anderson.
Dirige el británico Johannes Roberts, realizador curtido sobre todo en el cine de terror y suspense. Tocar sagas o secuela (según se mire ésta) no es algo nuevo para él, se encargó de la secuela Los extraños: Cacería nocturna (2018) o A 47 metros 2: El terror emerge (2019). Su calidad como realizador no es que sea demasiado remarcable, es más, su cine tiene un ligero toque de serie B (no sabemos si intencionado o no) con el que resulta fácil conectar si lo que realmente te importa es la imagen.
Roberts, que también escribe el libreto de Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City (2021), se ha desmarcado de lo que ya conocíamos, a favor de una estética y un aire más próximo al cine de terror que al cine de acción. Aunque las comparativas son odiosas, resulta bastante inevitable mirar ambas formas de ver una de las historias más famosas de CAPCOM, poniendo a ambos realizadores en una balanza. Anderson daba bastante más prioridad al espectáculo, mientras que Roberts ha dado más peso a la ambientación.
Pero Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City (2021) no es precisamente una película que goce de un nivel técnico arrollador. Como hemos comentado, tiene un ligero regusto a serie B que quizá le vaya como anillo al dedo, pero en muchas ocasiones resulta hilarante y da la sensación de no tomarse en serio prácticamente en ningún momento.
La elección interpretativa tampoco es que sea un acierto. Al igual que en las cintas de Anderson, el protagonista de esta película tiene rostro femenino. La también ‘british’ Kaya Scodelario se encarga de ponerle rostro a Claire Redfield, en un papel con escasa complicación. Bien elegida también la presencia de Robbie Amell (Código 8 (Jeff Chan, 2019)) en el papel de Chris Redfield, aunque su ‘look’ es más próximo a otras entregas de los videojuegos, cumple con solvencia un papel que sólo le exigía eso, presencia. Desafortunada, en cambio, la elección de Avan Jogia para un personaje tan icónico como el de Leon S. Kennedy, ya no sólo por las evidentes diferencias a nivel de estilo, sino que aquí se ha reconvertido en un policía casi inexperto, con lo que parece un problema de narcolepsia y que además no tiene presencia ninguna.
Es pues la película una especie de cóctel mal combinado de escenas prácticamente calcadas de los videojuegos. Aunque el guion bebe más del segundo juego, también tenemos algunas cosas del primero, e incluso del tercero, que no terminan de explicarse del todo. Y es que la película tiene pequeños detalles que la convierten en toda una joyita (siempre desde el punto de vista del fan, claro), pero que se caen cuando uno nota que no se ha puesto el dinero suficiente para ella, sobre todo en cuanto a efectos especiales.
Con una atmósfera (fotografía, música…) muy lograda, es lo que realmente le pega a Resident Evil, pero con una falta bastante importante de presupuesto, la película tampoco se caracteriza por ser una cinta entretenida. Tiene potencial, pero le falta dinero.