Lewis Wilson, Adam West, Michael Keaton, Val Kilmer, George Clooney, Christian Bale, Ben Affleck… y ahora Robert Pattinson. La lista de actores que han dado vida al enmascarado creado por Bob Kane en los años treinta y desarrollado por Bill Finger, vuelve a ser noticia cuando se habla de una nueva entrega de sus andanzas. Y es que resulta inevitable que, cuando un actor se enfunda su traje, salten a la palestra las comparaciones. Pero es algo que tanto Pattinson como Bale, por ejemplo, ya sabían cuando se enfrentaron a ello.
La función, en esta ocasión, se encarga de dirigirla Matt Reeves, director norteamericano cuya trayectoria ha estado pocas veces ligada a material propio (podemos citar su ‘opera prima’ Mi desconocido amigo (1996) y, si nos ceñimos a lo estrictamente original… ya). Esto no supone ningún punto negativo, ha habido grandes directores de cine que no han tocado mucho material original, y aún así, su calidad cinematográfica ha pasado a la historia.
Llama especialmente la atención de esta nueva aproximación al personaje, sus formas y su estilo. Es una película de superhéroes más próxima al thriller que al puro cine ‘blockbuster’. Es conocida la afición de la dupla Warner/DC de aproximar al máximo sus adaptaciones a la realidad, dotándolas de cierta seriedad y, para muchos, hastío, muy al contrario de lo que hace Disney/Marvel. Desde un punto de vista más abierto, esto supone una buena oferta para todos los públicos. Si quieres espectáculo ya sabes qué elegir, y si quieres un cine con algo más de estilo, también tienes dónde elegir. El caso es que, DC ha optado por picar de varias fuentes de cómics y con la ayuda de Peter Craig, ha contado con un guion sólido, denso en algunos pasajes, y con una historia en donde la figura del héroe (incluso la de ese faro que debe guíar a la gente hacia una futuro mejor, una salida al caos), sin duda se alza ante tanto caos y fatalidad.
The Batman no es una película de acción puramente dicha. Tiene 3 ‘set pieces’ bastante interesantes y bien rodados, pero como cinta de acción cuesta clasificarla. Reeves, que venía de La guerra del planeta de los simios (2017) se decanta por una historia oscura, con más protagonismo para el personaje que para el propio Wayne, en donde muestra sus miedos, su tortura y su herencia como ciudadano de Gotham, sin llegar a mostrar ese derroche de millones que han hecho otros ‘Batman’. Es quizá esa aproximación a un personaje más real, menos ostentoso y más vulnerable, la que hace que este The Batman resulta una película casi inédita en su especie.
Pero con todos estos buenos ingredientes, corre el riesgo de no ser bien recibida entre aquellos que denostan las películas de este tipo y abogan porque superhéroes y cine siempre sean sinónimo de espectacularidad, CGI y chascarrillos varios. Tomarse The Batman como una película de este tipo, nos llevará a equívoco, no hay duda. Se disfruta en casi su totalidad (hablamos de casi tres horas de metraje, que bien podrían haberse reducido en dos horas justas), con un buen reparto en el que incluimos a Pattinson, una buena producción y algunas escenas memorables (no muchas, también es verdad). No es una película que pretenda llegar a ser icónica.
The Batman arranca con dos ideas muy interesantes: venganza y miedo. Dos conceptos que se reparten durante toda la película, por ambos bandos. Como en casi todo thriller, resulta indispensable estar atento de todos los movimientos de personajes. Un mínimo despiste y podríamos vernos perdidos.
Para la ocasión, se elige al Enigma como villano de turno. Personaje que ya reflejó con histrionismo Jim Carrey en aquella Batman Forever (Joel Schumacher, 1995) pero que nada tiene que ver con el que Paul Dano crea, dando una absoluta sensación de amenaza y terror cada vez que aparece o hace de las suyas.
Si tuviéramos que buscar referentes, está claro que el cine de Fincher (Seven (1995) o Zodiac (2007)) podría ser el más próximo. Una ciudad caótica, decadente, lluviosa… Reeves demostró con su ‘remake’ de Déjame entrar (2010) que sabe perfectamente crear atmósferas, ambientes, amenazas y sobre todo que sabe dirigir. Quizá en esta ocasión le pudo la ambición de contar demasiadas cosas.
