La carrera de Daniel Calparsoro (Barcelona, 1968) ha ido creciendo desde películas independientes como su opera prima Salto al vacío (1995), pasando por títulos como Pasajes (1996) (producida por Almodóvar) o A ciegas (1997) donde tenía como fondo a la banda terrorista ETA. Quizá su salto a un cine más comercial fue con Guerreros (2002) película ambientada en la guerra de Kosovo y que seguía a un grupo de jóvenes soldados. A partir de aquella obra su carrera ha despegado hasta convertirlo en uno de los directores más dinámicos que tiene el cine español, con una forma de rodar que recuerda mucho al thriller “made in USA”.
Y es precisamente ese género, el del thriller, es el que le ha hecho quizá establecerse de ese modo, con una solidez en la dirección y un pulso narrativo que suele mantener al espectador atento prácticamente durante toda la película. Además, Calparsoro conoce muy bien sus limitaciones como cineasta a nivel de dirección, pero las compensa con creces en otros aspectos de la obra.
Todos los nombres de Dios, lo vuelve a unir al gallego Luis Tosar. Ambos colaboraron juntos en Cien años de perdón (2016) y Hasta el cielo (2020) (incluida la serie que salió de aquella película). Sirva como detalle que ya tienen otra cinta juntos para estrenar, El correo. La alianza entre ambos vuelve a dejar muy buenos frutos, en una cinta sólida, con una buena historia y que poco a poco evoluciona (pasa del drama al thriller), al igual que el personaje protagonista. Santiago, interpretado por Tosar, es un ejemplo de héroe por accidente, un tipo normal, corriente, con una vida difícil, marcada por el pasado y que, dentro de sus capacidades, trata siempre de tomar el camino correcto. Sobre Tosar poco hay que decir que no se haya dicho ya, actor más que solvente que trabaja los personajes y que, a pesar de la sencillez de éstos, logra convertirlos en memorables.
Calparsoro trabaja por primera vez con Gemma Ventura en el guion. Por lo general, el catalán no es de los que repita demasiado en este aspecto, de hecho, tan solo Jorge Guerricaechevarría (habitual guionista de Álex de la Iglesia) ha repetido con él en un par de ocasiones. Ventura escribe un thriller con elementos muy clásicos, tanto para el protagonista, como para el resto de quienes le rodean. Es quizá en esa sencillez en donde Todos los nombres de Dios se vuelve más cercana al espectador, sin la necesidad de exigirle demasiado para entrar en la historia. A pesar de que hay ciertos aspectos que no terminan de cerrarse, el grueso de la historia, está bien construido.
Con un reparto solvente tanto de protagonistas como de secundarios, como con una historia que, incluso aún podría ser vigente (terrorismo islamista), la película se deja ver, está bien rodada, entretiene, y su ritmo administra muy bien las emociones. Quizá flojea donde Calparsoro sabe que no es su fuerte, y es el trasfondo dramático de la historia, no resulta demasiado emocionante, por lo que prácticamente todo el peso de la película se lo come el thriller. No hay un equilibrio entre ambos elementos.
