La trayectoria casi intachable del argentino Juan José Campanella, se ha marcado en varias ocasiones una historia entrañable, sorprendente e intensa. Ya lo hizo con El mismo amor, la misma lluvia (1999) o con El hijo de la novia (2001), quizá una de sus películas más laureadas y conocidas. Pero si hay que añadirle un nombre a su filmografía, sería precisamente el de otro compatriota, Ricardo Darín, un auténtico monstruo de la interpretación y uno de los actores argentinos con más reconocimiento internacional.
El secreto de sus ojos, basado en la novela de Eduardo Sacheri (que aquí escribe el guión junto al director) La pregunta de sus ojos, publicada en el 2005, nos devuelve al tándem Campanella-Darín en su máximo esplendor (¿alguna vez lo perdieron?) con una intensa historia a tres bandas en donde se mezclan cosas tan opuestas como la muerte y el amor. Campanella quizá haya filmado su obra maestra, eso sólo el tiempo lo dirá, pero lo que resulta innegable es que la calidad cinematográfica de El secreto de sus ojos va más allá de su historia.
Varios son los elementos en los que se apoya una película tan intima como potente como es El secreto de sus ojos. Campanella, a nivel técnico rueda espectacularmente, muy bien apoyado por la fotografía y la música de otro de sus cómplices de carrera, Federico Jusid. Técnicamente la cinta se mueve por terrenos oscuros, luces tenues, espacios pequeños, pero siempre manteniendo al espectador con una sensación de tensión que le hace partícipe en cada momento.
El secreto de sus ojos no es perfecta, está claro, aunque se acerca mucho al thriller clásico, al que muchos definirían como base, como modelo a seguir. Es quizá esa aproximación a los clásicos lo que la convierta en una cinta inolvidable, en una experiencia dura, sublime y terrible. Hay momentos de silencio, momentos de miradas, pero siempre, marcados por los personajes, nunca son gratuitos.
Y es que el dolor está muy presente en toda la historia. El dolor por la muerte, por la pérdida, por el adiós, por los trenes a los que nunca nos hemos subido y que, cuando han llegado a su destino, deseamos volver a coger. Un dolor que marca a cada uno de los personajes de la historia, de alguna forma u otra.
La idea de justicia, otro pilar fundamental en El secreto de sus ojos, recalca ante nosotros un nuevo concepto. Un concepto sobre el ideal de ésta sobre si realmente hay justicia en la sociedad, y deja un peligroso mensaje, ¿quizá la justicia la tengamos que impartir nosotros cuando el sistema no es justo?
Con la dura historia que inicia toda la trama se acompaña un drama, el de Bejamín e Irene, dos personajes que se cruzaron, que cruzaron sus miradas, pero el miedo les pudo, les pudo la indecisión, les pudo la situación. Quizá el tiempo haya dejado a un lado todo eso y sea momento de empezar algo nuevo.
Decir que Ricardo Darín está espléndido es algo prácticamente evidente. Lo mismo le sucede a su compañera, Soledad Villamil, con quien ya trabajó en El mismo amor, la misma lluvia (Juan José Campanella, 1999). La química entre ambos es envidiable, al igual que sus personajes, unos auténticos regalos.
El secreto de sus ojos es una cinta muy bien dirigida, muy bien escrita e interpretada, que deja marca, huella, que nos transporta a una época y a un entorno, es también una cinta de detalles. Campanella ha facturado una película espléndida.