Si los americanos tienen a King Kong como su particular monstruo icónico dentro del cine o los japoneses a Godzilla, podríamos decir que Noruega tiene a los trols en un supuesto ‘monsterverse’. Pertenecientes a la cultura popular escandinava, el cine se ha aproximado alguna vez a su figura, sobre todo el cine de terror de serie B, aunque casi siempre, convirtiéndolo en un personaje con un propósito psicópata.
Roar Uthaug, se encarga de dirigir esta función, más enfocada al entretenimiento que a desgranar el origen de esta criatura. Obvia, por supuesto, cualquier aspecto relacionado con el origen verídico de esta criatura, aunque si que al menos se preocupa de darle un motivo.
No hay duda de que Uthaug siempre se ha sentido cómodo dentro del cine de entretenimiento, desde el terror, las catástrofes o incluso la acción. Su paso por Hollywood con su particular visión de Tomb Raider (2018) no resultó ser un acierto (quizá por eso no ha vuelto a los “estates” y el personaje va a comenzar desde cero en el cine). Pero sus anteriores trabajos, dejaban claro que es un director preocupado por lo espectacular y que, como muchos, se muestra honesto con el espectador, sin impostar nada.
Trol viene a ser una especie de Godzilla nórdico, con situaciones sabidas por todos y con personajes que no destacan para nada por encima de la historia y su propósito, que es entretener y nada más.
La película bebe de muchas fuentes, no sólo del clásico nipón, también de obras como La guerra de los mundos e incluso Independence Day (Roland Emmerich, 1996). De ellas extrae elementos básicos para una ‘monster movie’ en donde no falta de nada. Es más, esta película podría haberse hecho en Hollywood y habría pasado bastante desapercibida.
Como en cinta similares, Uthaug utiliza las relaciones rotas entre padre e hija como elemento dramático, un drama forzado y que para nada emociona, como sucede en este tipo de historias. Simplemente es un mecanismo para que exista luego un reencuentro o una redención mientras ambos trabajan para solucionar el problema. Esto se ha visto muchas veces.
La inacción o el descontrol de los gobiernos, tomando decisiones sin pensar que no solucionan, sino que empeoran la situación, también tiene cabida en Trol. Aunque no es una cinta especialmente crítica con el estado, si que tira de este cliché para lanzar una pequeña pulla.
Con un reparto solvente, sin que prácticamente nadie destaque por encima del resto, la película da lo que promete, no engaña y nos mantiene entretenidos durante todo el metraje, ya que el ritmo está bastante bien llevado y en ningún momento resulta lenta.
Trol no tiene muchas pretensiones, pero hay que reconocer que su director sabe bien lo que se hace, y en cuanto a espectacularidad, la cinta no se queda atrás y tiene algunas escenas bastante memorables. Por lo demás, es una película sin ninguna trascendencia.
A pesar de que la anterior película de Uthaug sí se estrenó en cines, resulta extraño que una cinta tan abiertamente comercial no haya pasado por salas. La respuesta es sencillamente que Netflix pagó por su exclusividad.
Sólo es posible verla en Netflix.