Tomb Raider

Tomb Raider

Tomb Raider | 2018
8 de junio de 2018
Lara Croft es una aventurera que se embarca en un viaje hacia la isla donde, supuestamente, desapareció su padre, Lord Richard Croft.

Tercera adaptación del personaje salido de los videojuegos y que, allá por el 2001 dio su primer salto a la gran pantalla con una Angelina Jolie perfectamente enfundada en el personaje, pero al servicio de una mala historia, y que tuvo su continuación en la bastante más entretenida Lara Croft Tomb Raider: La cuna de la vida (Jan de Bont, 2003).

Desde que Square Enix lanzase hace ya cinco años, una nueva saga de esta arqueóloga experta en todo, el cine no parecía interesado en volver a retomar un personaje que se había marchado de las salas por la puerta de atrás, con muchas más críticas que alabos. Y es que tampoco se pretendía sentar cátedra en el género de aventuras, pero al menos que saliera algo aceptable. Jolie daba la talla, pero las historias eran bastante flojas y todo quedaba a merced de la presencia de la estrella protagonista.

Han tenido que pasar unos cuantos años más para que, primero, los derechos pasasen a manos de otra “major” que le diera el enfoque necesario; y segundo, teniendo nueva (y mejor) base para hacer una saga decente, era cuestión de años que la cosa empezase a funcionar.

El noruego Roar Uthaug, director de películas poco comerciales a nivel internacional (Cold Prey. Fanáticos del Snow (2006) o La ola (Bølgen) (2015)), pero con cierto talento para el espectáculo, se encarga de tratar de reinventar al personaje en el cine junto a Alicia Vikander, en una historia donde, de nuevo, la figura del padre y la relación con su hija, tienen un protagonismo esencial. Algo que también sirvió de base para la primera adaptación del personaje al cine.

Alicia Vikander.

Como producto de entretenimiento, Tomb Raider (Roar Uthaug, 2018) funciona porque, simplemente, se dedica a ir hacia adelante, sin importarle mucho los detalles o posibles fallas en el guión. Su principal virtud es la de ser consciente de lo que es, y de la de tratar de ser considerada una cinta de aventuras contemporánea, en donde todo vale y en donde los personajes, casi siempre, están al servicio de la técnica, y no de la historia.

Uthaug, ha intentado huir de ese cliché, trasladando con la inestimable ayuda de Vikander, más humanidad al personaje, alejándolo de la heroína de acción inmortal en la que era Lara Croft en sus inicios, y que bien reflejaron las cintas de la “época Jolie”.

Pero gracias al “reboot” de los videojuegos, el personaje se vuelve menos artificial y deja entrever que también es de carne y hueso, y no sólo de pixeles. Es esa humanidad, que muy bien refleja Vikander, la que mueve al personaje y la que la hace transitar por distintas etapas, pero nunca olvida la figura de su padre, guía en este particular viaje.

Pero Tomb Raider no acaba de llenarnos como producto cinematográfico aislado de un videojuego. Si bien, su reflejo sobre éste está muy logrado, sin él, posiblemente sería una vacía cinta de aventuras con un descafeinado villano y una sobria realización, en donde no hay riesgo ni sorpresa alguna.

Sí, es bastante entretenida y como tarjeta de presentación para próximas películas, también tiene un pase, pero tarda un poco en meterse en faena, porque se molesta en presentarnos a Lara (otra vez), y nos cuenta cosas que ya sabemos… Un producto digno, sin más, muy apoyado en su protagonista, que es quien realmente “da la cara” en todo esto, pero en su conjunto una aventura bastante light.

Estimable y entretenida, pero le falta un poco más de originalidad.
6

Dirección
Roar Uthaug
Guion
(sobre el personaje de Square Enix)
Geneva Robertson-Dworet, Alastair Siddons
Dirección de fotografía
George Richmond
Música
Tom Holkenborg
Montaje
Stuart Baird, Tom Harrison-Read, Michael Tronick
Formato
2.39:1
Nacionalidad
USA, Reino Unido
Duración
118 minutos
Distribución
Warner Bros. Pictures
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