En el año 2007, la compañía Naughty Dog desarrolla Uncharted: El tesoro de Drake, una aventura gráfica de acción, que emulaba de alguna forma a los míticos Tomb Raider, pero con un personaje carismático, masculino y muy resolutivo. Fue precisamente la mezcla de acción, con la historia del clásico busca tesoros, lo que le hizo cosechar un éxito tal, que lo llevó hasta cinco entregas, la última, hasta la fecha, publicada en el año 2017.
Estaba tardando Hollywood en trasladar esta franquicia de videojuegos al cine. Ya lo hizo con Tomb Raider, con más mala suerte que buena y no querían perderse la oportunidad de poder tener un trozo del pastel. Han pasado unos cuantos años hasta que finalmente la adaptación del videojuego ha visto la luz, en forma de precuela y en donde se nos cuentan los primeros años de Nathan Drake, protagonista de la saga y de cómo conoce a Sully, su fiel amigo. Ambos se embarcan en la aventura de encontrar un tesoro español.
Tras las salidas del proyecto por parte de David O. Russell o Seth Gordon, la dirección cayó en manos de Ruben Fleischer, director de las dos entregas de Zombieland o la primera película de Venom (2018). Fleischer no es un director que se caracterice por tener un estilo o una personalidad a la hora de rodar definidas, pero que quede claro que lo que se busca con Uncharted es que sea una cinta que contente a fans, no que descubra la rueda o ser considerada una obra de autor.
El espíritu de aventura es lo que marca la saga en los videojuegos, por lo que era de esperar que, en su traslación al cine, esto apareciese por todos los poros de la cinta. Pero desgraciadamente Uncharted es una película bastante fallida en este aspecto, algo imperdonable. Por momentos se hace aburrida, y no hay absoluto interés en la mayor parte de sus personajes, incluido el propio protagonista.
Es un defecto grave al tratarse de una cinta de aventuras. Quizá sólo salvaríamos su último tramo de unos cuarenta minutos. Por lo demás, nos queda una cinta de casi dos horas en donde vemos escenas sin sorpresas, muy encorsetadas, y un desfile de personajes con menos carisma que una hoja de papel. No es una cinta que entusiasme a pesar de que se deja ver.
La historia avanza, no hay duda, y a pesar de su estructura tan cerrada, lo cierto es que le va como anillo al dedo a la película. Y es que parece que estamos ante un videojuego, donde los puzles, las escenas de acción y hasta incluso la búsqueda de pistas y demás, están tan medidas que la película se ve prácticamente del tirón, aunque no descartamos que en algún momento puedas desconectar por lo aburrido de la función. No hay problema, es fácil seguir después.
Entiendo que para Tom Holland esta película suponga una catapulta para su carrera, o que tanto para Mark Wahlberg y Antonio Banderas, haya que hacer caja de vez en cuando, pero nada más que añadir al respecto. La aportación interpretativa de los secundarios es escasa, no hay miedo por los villanos, no sufrimos con los protagonistas…
Uncharted es un claro ejemplo de cine hecho para recaudar (que no es nada malo, por otra parte), con una planificación en la que no hay lugar para las sorpresas, en donde los personajes están creados con cierto artificio (no hay emoción en ellos), donde todo es sumamente… ‘light’… No es una mala opción si no se tiene otra cosa más interesante que hacer, la verdad.