Publicado veintiún años después de Jumanji, concretamente en el año 2003, el el cuento ilustrado de Zathura seguía bastante la estela de la historia sobre el juego que cobra vida. Chris Van Allsburg prácticamente repetía prácticamente la misma fórmula, sólo que aquí cambiaba el escenario, el nombre del juego y las… catástrofes que sucedían.
Cuando Sony saboreó el éxito con Jumanji (Joe Johnston, 1995), enseguida planteó una secuela. Repetiría la fórmula (ya sabemos como suele ser Hollywood con las segundas partes), y dirigiría Ken Ralston, experto supervisor de efectos especiales que ha trabajo en títulos míticos de la ciencia ficción, como El retorno del Jedi (Richard Marquand, ), Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985) o Contact (Robert Zemeckis, 1997). Finalmente se desechó la idea cuando se hicieron con los derechos de Zathura, aunque realmente no cambiaría mucho.
La película, a pesar de repetir fórmula, no se puede considerar un calco de Jumanji. Es inevitable compararlas, pero no son la misma cinta. En este caso y, a pesar de algunas diferencias con el cuento original, en donde no hay hermana mayor, no aparece ningún astronauta (imprescindible en la película, claro) o sí que existe la figura de la madre, Zathura: Una aventura espacial es igualmente disfrutable. La aventura funciona muy bien en ella.
Una película sumamente entretenida en donde Jon Favreau ya despuntaba como director (era su tercer largometraje) y que maneja muy bien el ritmo y los tiempos. Mientras la anterior obra de Van Allsburg hablaba sobre las relaciones entre padres e hijos, aquí la temática es la relación entre hermanos. Igualmente es una película recomendable para niños, con algunos giros de guión interesantes y también con momentos ciertamente “duros” para un niño.
Si hay un personaje que no funciona demasiado en la historia es el del interpretado por Kristen Stewart. No aporta demasiado (de hecho en la obra original no existe) y que a pesar de que no tiene muchas intervenciones, en ocasiones resulta algo irritante.
Buena química entre los dos niños (un jovencísimo Josh Hutcherson) que se lo pasan en grande con la película. Hay carisma en ellos, la relación es bastante creíble y además tienen de padre a Tim Robbins. Pocas cosas podrían salir mal en Zathura: Una aventura espacial. Quizá la sombra de Jumanji pesa mucho sobre ella, y es lo que podría haberla llevado a quedarse en un segundo plano (el hermano pequeño), pero es igualmente disfrutable.
A nivel técnico la película cuenta con unos más que interesantes efectos visuales, tanto prácticos (los malvados Zorgon) como digitales, y aportan espectacularidad a muchas de las escenas. Son efectos que ayudan más que recargan.