Como ya sucediera en Criadas y señoras (2011), Tate Taylor vuelve a escoger al género femenino como eje principal de su película, y más aún a la fragilidad del ser humano como punto flaco de cada personaje. La chica del tren, adaptación del best-seller de Paula Hawkins, es un buen thriller aunque quizá no demasiado intenso.
El realizador se la jugaba adaptando una de las novelas de más éxito publicadas en los últimos años, y no escatimó en la protagonista, escogiendo a la británica Emily Blunt, ya especializada en personajes de fuerte carácter y, casi siempre, marcados por un pasado algo oscuro y desdibujado.
No hay duda de que La chica del tren es un auténtico caramelo para Blunt (algunos ya hablan de nominación al Oscar). La protagonista de Sicario (Denis Villeneuve, 2015) da vida a una atormentada mujer, que trata de rehacer su vida, buscando algo en lo que centrarse. La desaparición de la que considera su ideal de persona (por todo lo que la rodea), supone pues un faro para guiarla hacia la redención tanto para si misma como para los que la rodean.
Sin embargo, el camino de Rachel no será fácil. Hay flaquezas, recaídas y pistas falsas que poco a poco la van guiando hasta el fatal desenlace. Taylor hila de forma acertada gran parte de las pequeñas tramas que conforman la película, haciendo partícipe de forma amena, al espectador.
Para intentar aprovechar más todo el tiempo en el que se desarrolla la vida de los personajes, se recurre a pequeñas elipsis que, si uno no está muy pendiente, pueden llegar a perdernos entre tanto tiempo hacia atrás. No obstante, La chica del tren, no es precisamente una cinta demasiado compleja de seguir.
En su conjunto es un buen thriller con la principal particularidad de que da bastante importancia a la profundidad de los personajes, y en ocasiones parece que estamos más ante un drama que ante una cinta de misterios y desapariciones. Existe una buena distinción, pero resulta inevitable a veces, dejarse llevar demasiado por los personajes y no centrarse en la propia historia.
La chica del tren, sin llegar a condenarla o alabarla por la forma en la que ha adaptado la novela de Hawkins, parece aproximarse por momentos a un telefilme de sobremesa, pero es en su origen donde quizá surge esta idea.
De ritmo pausado, pero con buenas escenas, la película deja poco poso, aunque si bien es cierto que la mayoría de sus carencias se suplen con la espléndida interpretación de Emily Blunt.