Andrew Traucki no tiene, digamos, una filmografía exquisita. Sus películas rozan en ocasiones la serie B, pero al menos logran suplir las carencias de presupuesto con el manejo aceptable del ritmo, lo que se traduce en thrillers que, con pocos medios, consiguen mantenernos atentos.
En el 2007 estrena Black Water (co dirigida junto a David Nerlich), película que en España salió directamente al mercado doméstico (tanto en DVD como en bluray) y que contaba con una premisa tan sencilla que lograba momentos de tensión bastante interesantes. Una historia que, en ese mismo año, guardaba muchas similitudes con la más que notable El territorio de la bestia (Greg McLean, 2007). Aquella cinta además nos permitió descubrir a un casi desconocido Sam Worthington.
Volviendo a Black Water, la película condensaba la clásica trama de animal que acecha a grupo de personas, pero todo se reducía a un pequeño grupo de 3 integrantes y el espacio era un manglar en mitad de un río. Años después, estrena una secuela Abismo, aunque si se titulase de otra forma, nadie la asociaría a la “opera prima” de Traucki.
Comparando ambos títulos da la sensación de que Traucki ha querido repetir la misma historia que su primera película, pero en solitario y con más presupuesto, porque realmente utiliza los mismos mecanismos para crear tensión y terror.
El principal problema es que esos trucos ya nos los conocemos y resulta bastante complicado que nos sorprendan a día de hoy. A pesar de eso, Abismo es una cinta entretenida, agradecidamente corta y que no va más allá de lo que vemos en pantalla, es decir, no busca mucho más de lo que uno espera encontrar. Hay algunas subtramas que parecen pretender algo más, pero son meras distracciones que no aportan prácticamente nada a la trama principal y tampoco a la evolución de los personajes.
Protagonizada por caras que no nos sonarán (quizá si Jessica McNamee, a quien vimos hace poco en Megalodón (Jon Turtletaub, 2018)), es una película que no cuenta nada nuevo, pero que tiene como virtud, un manejo interesante de la tensión (como ya lo tenía Black Water).
No hay muchos “jump scares” y el némesis de la historia (el cocodrilo) aparece bastante poco, lo que acrecienta muchas veces, la tensión en las escenas (esto es una marca del propio director, sacar poco al «bicho» para generar más tensión). Aunque trata de evitar la previsibilidad, hay momentos en los que resulta inevitable adivinar qué va a pasar. En ese sentido, Black Water jugaba algo mejor sus cartas.
Sin ser una cinta que aporta mucho, tiene el incentivo de que maneja bien el tempo, y afortunadamente los personajes no resultan tan “estúpidos” como en este tipo de historias, una característica que Traucki suele dejar caer en sus película y que, sencillamente, es de agradecer.
En un principio y bajo la distribución de Selecta Vision, Abismo iba a estrenarse en salas de cine. Como muchos de los estrenos del año, se ha tenido que ver pospuesta varias veces, hasta que finalmente ha encontrado la salida en plataformas de streaming. Black Water tampoco tuvo estreno en salas, y era sorprendente que se arriesgaran a estrenar una «secuela» casi encubierta. al final casi las circunstancias han hecho que no fuera así.
Aunque sí hay edición física de Black Water (infame, por cierto), por el momento de Abismo no se atisba edición en formato físico. Para verla tendremos que tener subscripción a Filmin o alquilarla a través del catálogo de Movistar Plus. La plataforma de Apple también la incluye en su catálogo.