A mediados de los años sesenta, Narciso (o Chicho) Ibáñez Serrador, lanza su programa Historias para no dormir, una serie de relatos que caminaban entre el terror, el suspense o incluso la ciencia ficción. Muchos de ellos eran originales, pero otros adaptaban novelas de escritores notables como Edgar Allan Poe, Robert Bloch, Henry James o Ray Bradbury. La serie duró tres temporadas, hasta el año 1982, y por ella desfilaron actores de la talla de Emilio e Irene Gutiérrez Caba, Manuel de Blas, Fiorella Faltoyano, Fernando Guillén, Gemma Cuervo, Luis Prendes, Agustín González, Marisa Paredes o Alvaro de Luna.
En el año 2021, Alejandro Ibáñez, hijo del propio Chicho, y que se hizo cargo de Prointel, la productora audiovisual de su padre, pone en marcha un ‘reboot’ de aquel popular espacio. Alejandro produce la serie y cuenta en la dirección de esta primera temporada con nombres como Rodrigo Sorogoyen, Paco Plaza o Rodrigo Cortés.
La broma.
Protagonizado por Eduard Fernández, Nathalie Poza y Raúl Arévalo, esta primera historia está dirigida por el gallego Rodrigo Cortés. Revisión del episodio original de la serie de los sesenta, cuenta la historia de un triángulo amoroso protagonizado por un empresario, su mujer y el amante de ésta, que a su vez es un empleado del primero. La historia, filmada con buen pulso y estética se torna más al thriller que al terror, tratando de despistar al espectador con algunas pistas y cierto humor negro. El resultado es muy correcto, pero no destaca demasiado. Las interpretaciones están bastante bien, destacando sobre todo la de Eduard Fernández.
Freddy.
Podríamos hablar de ‘metacine’ dentro de este episodio, escrito y dirigido por Paco Plaza. Nos sitúa en los ochenta, concretamente en el rodaje de una película. En ella, un ventrílocuo es despedido por su escaso talento. Llama especialmente la atención el papel de Carlos Santos que da vida al propio Narciso Ibáñez Serrador, director de la película (muy interesante el detalle en la forma de hablar y moverse). Miki Esparbé, protagonista de la historia se apoyará en un inquietante y deslenguado muñeco para tratar de levantar su carrera. Esta especie de fusión entre el muñeco diabólico Chucky y la cinta de los setenta Magic (Richard Attenborough, 1978), genera un ambiente inquietante en esta historia que nos habla de la fama, la cordura y que trata de confundir en ocasiones al espectador entre realidad o ficción. Sin un guion tan redondo (adaptador por el propio Plaza y Alberto Marini, del original de Chicho), la historia por momentos no lleva un rumbo demasiado concreto.
El asfalto.
Adaptando la historia homónima que ideó Carlos Buiza, este episodio tiene como guionistas de lujo al escritor Manuel Jabois y al director Rodrigo Cortés. El actor Dani Rovira y la actriz Inma Cuesta (ambos más relacionados con la comedia) interpretan a un matrimonio joven que sobrevive en una ciudad día a día. Él es ‘rider’ y en una de sus salidas, queda atrapado en el asfalto de la ciudad, sin poder moverse. Nadie le presta atención y su vida se hundirá como su propia persona. Una interesante reflexión sobre lo insignificante del ser humano, sobre cómo las grande urbes nos devoran. Con unos efectos especiales relativamente elaborados, nos vienen a la cabeza títulos como La chispa de la vida (Álex de la Iglesia, 2011) o la más internacional Última llamada (Joel Schumacher, 2002), en donde un anónimo es víctima de un suceso extraordinario que le cambia la vida… no para bien, precisamente.
El doble.
La primera temporada termina a lo grande, con una historia basada en la novela de Ray Bradbury Marionettes, Inc. y que aquí guioniza Daniel Remón y Rodrigo Sorogoyen, que también se encarga de la dirección. Bajo una atmósfera asfixiante y emplazada en un futuro con bastante poca esperanza, esta historias nos lleva a analizar la relación entre Eva (una espléndida Victoria Luengo) una joven aspirante a actriz, y Dani (David Verdaguer), su pareja. La trama añade elementos de thriller, de ciencia ficción, vidas dobles y cyborgs que la gente compra para llevar una doble vida.
No hay duda de que las escenas en las que tanto Luengo como Verdaguer comparten, son las más interesantes de una historia que, realmente podría desarrollarse como película. En sus primeros episodios, ya se adaptaron otros cuatro relatos de Bradbury, hasta el mismísimo Hitchcock lo utilizó como fuente de inspiración en Alfred Hitchcock presenta, un espacio similar a Historias para no dormir.