La trayectoria de Rodrigo Sorogoyen es prácticamente intachable. Con pocas cintas como director, su experiencia tanto en televisión como en cine, le han situado en la mira de los realizadores españoles con más proyección. Su última criatura, la serie Antidisturbios (exclusiva en la plataforma de Movistar+) es una muestra más de su talento como director.
Antidisturbios nos sitúa en el grupo Puma 93, una unidad de la Policía Nacional que, tras un incidente en un desahucio, se ve envuelta en una especie de conspiración. La joven agente Laia Urquijo, de asuntos internos está decidida a sacar a la luz la verdad que hay detrás de todo eso.
Al director madrileño siempre le han interesado los personajes, sus reacciones, sus acciones. En cada una de sus cintas, desde Stockholm (2013) hasta Madre (2019), la preocupación por los personajes y por convertirlos en el eje fundamental de sus historias es lo que marca, de alguna forma, sus títulos. Su alianza con la guionista Isabel Peña (desde la serie de televisión Impares) ha afianzado más su estilo y presencia (además de calidad) dentro del panorama cinematográfico español.
Antidisturbios no es una serie sobre esa unidad de la Policía Nacional, no se nos muestra su día a día, porque no es algo que interese a sus creadores, es un vehículo más para contarnos la historia que se desarrolla en dos vertientes.
Por un lado, la historia humana de los personajes (cada episodio tiene como título el nombre de alguno de ellos). Personajes muy bien definidos, perfilados, íntegros, espectacularmente interpretados por cada uno de los actores que conforman uno de los mejores repartos españoles de los últimos años. Es precisamente esta parte de la serie, la que resulta más interesante a nivel narrativo.
Por otro lado, y quizá sea lo que menos interesa, la trama que subyace debajo de un incidente crudo, y por desgracia, que se da en la vida real. Esa trama de corruptos, de mentes que idean un beneficio individual sin importar el bien común, esa ansia de poder por los que ya tienen poder… puntos que Sorogoyen ya tocó en El reino (2018) y que, aunque Antidisturbios podría ser un pequeño complemento, no resulta demasiado novedosos.
Pero volviendo al primer punto, cada uno de los personajes está definido por sus acciones, sus intenciones y por su moral. Resulta complicado ponerle pegas a ello. Hay escenas realmente maravillosas (esa reunión en el restaurante, la carga policial en el partido de fútbol, o la propia escena que inicia la serie) en donde cada uno de los actores se la juega. Sorogoyen, simplemente coloca la cámara donde tiene que estar, ahogando al espectador con esa cercanía casi enfermiza que nos sitúa pegados a la cara (literalmente) de cada uno de ellos.
Antidisturbios rebosa buen ritmo (prácticamente desde el minuto uno), maneja la tensión de una forma magnífica y además deja al espectador su postura, en ningún momento se moja o se perfila de algún bando, porque no es su intención, no viene a darnos lecciones morales.
Una serie magnífica (estaremos al tanto de su posible segunda temporada, a pesar de que no hay nada oficial) que además se permite mezclar elementos reales (la muerte de un inmigrante, policías implicados en corrupciones…) con elementos de ficción, lo que dota a todo de una auténtica veracidad.