La maquinaria de MARVEL no cesa en su empeño de convertirse en una verdadera gallina de los huevos de oro. Capitán América: Civil War (Anthony Russo y Joe Russo, 2016) supone la tercera entrega de las aventuras del patriota más cachas de todos los cómics. MARVEL sabe perfectamente que tiene un enorme y duradero filón para explotar uno de los universos más rentables. La reelección de los hermanos Russo para dirigir de nuevo al “capi” confirma los buenos resultados que tuvo Capitán América: El soldado de invierno (Anthony Russo y Joe Russo, 2014), posiblemente la película más completa de las estrenadas hasta el momento, y aquí repiten prácticamente con su equipo técnico, logrando también buenos resultados.
Vaya por delante, una recomendación, quizá sea necesario ver Vengadores: La era de Ultron (Joss Whedon, 2015) para poder engancharte mejor a la historia de ésta que nos ocupa. En aquella se fraguaban los cimientos de lo que en esta cinta se termina confirmando. Tras los incidentes en Sakovia, los Vengadores están divididos entre los que abogan por proteger al mundo a toda costa, aunque suponga daños colaterales, y los que abogan por firmar un acuerdo de control sobre sus poderes. A la vez, deberán luchar contra un nuevo enemigo.
Queda claro decir, que la madurez con la que se ha abordado la historia en Capitán América: Civil War, supone un cambio radical e importante dentro del universo MARVEL. Aquí el humor de personajes como Tony Stark o Thor (que no aparece), queda relegado a un fondo con escasas pinceladas. Priman sobre todos dos elementos, la venganza y la moral.
La vengaza, representada en este caso por el bando de Iron Man. Con motivos suficientes, con elementos que refuerzan sus ideas, y que al fin y al cabo no dejan más que confirmar las verdaderas convicciones del filántropo millonario.
Pero la amistad parece estar por encima de todo para el Capitán América. No duda ni un segundo en defender a capa y espada a su amigo “Buck”, a la vez que traiciona su ¿amistad? con el grupo de Vengadores. Y es que la amistad de toda la vida siempre es más duradera.
Para alimentar a las masas, MARVEL se toma la molestia de meter a nuevos personajes, a modo de presentación para futuras nuevas sagas (sí, esto parece interminable). Black Panther, Crossbone (impresionante su intervención, aunque brevísima) e incluso un “reboot” como Spider-Man (con el rostro de Tom Holland), marcan un cómputo de superhéroes muy amplio, aunque con escasa profundidad en su mayoría.
Y es que el añadido de otros personajes como Ant-Man (que ya tuvo su propia película) o Spider-Man, apenas tiene tiempo de explicarse. Vale, se unen a ellos, pero su justificación (si la hay) está casi metida con calzador, en un guión que, en esas partes, resulta forzado. No quita su interés (para los aficionados), pero tampoco se explica muy bien (ni siquiera la escena de Stark en casa de Peter Parker).
Capitán América: Civil War no nos descubre nada nuevo, apenas impresiona visualmente, pero si consigue un entretenimiento sin desenfreno, algo que los hermanos Russo, saben lograr sin duda.
Espectaculares escenas de acción (en el aeropuerto, en una autopista, o en pleno centro de la ciudad) son los obsequios más agradables que nos ofrece la película. A entretenimiento no hay quien gane a MARVEL, todo sea dicho.
Pero si tuviéramos que ponerle una pega a Capitán América: Civil War, posiblemente sería en su desenlace. El poco peso que tiene y su resolución, se nos antojan un poco escasos para todo el artificio que hemos visto con anterioridad, dejando el principal mensaje de la película, su premisa fundamental, la de controlar sus intervenciones, en una mera excusa para contarnos lo que quiera contarnos.
Al final queda el mismo mensaje, la amistad todo lo mueve, todo lo puede y nada le gana.