Si nos ponemos a pensar que Clint Eastwood sigue haciendo películas, tanto detrás como delante de las cámaras, a sus 91 años, desde luego que nos asombra su capacidad como cineasta, en conjunto. Aunque bien es cierto que posiblemente sus últimos trabajos como director son bastante irregulares, como intérprete quizá Gran Torino (Clint Eastwood, 2008) haya sido su último gran papel.
Cry Macho surge de la novela de Nathan Richard Nash, escritor de Pensilvania, más relacionado con el teatro (su obra El farsante fue todo un éxito, además de adaptarse a la gran pantalla) que con el cine. La novela sobre la que se basa la película se publicó en 1975. Para su adaptación, Eastwood (que aquí también es productor) vuelve a colaborar con Nick Schenk, con el que ha trabajado en un par de ocasiones, regalándonos un guion sencillo (demasiado quizá), con pocas escenas memorables, pero sobre todo con un Eastwood que sigue dando guerra.
Cry Macho se centra sobre todo en esa etapa de la vida en la que uno parece haberlo vivido todo. Y es que la película habla sobre la edad, el pasado, incluso el futuro. La excesiva amabilidad de todo lo que nos cuenta podría jugar en su contra. No estamos ante un drama demasiado profundo, a pesar de que la historia o sus personajes, bien podrían dar para ello. La película va por otros derroteros y se deja llevar más por la simpatía que por la lágrima. Realmente cuesta emocionarse con ella.
Eastwood rescata ese personaje que ya ha tocado en otras producciones. Un hombre que ha tenido el éxito, el héroe crepuscular al que le queda sólo una “misión” en la vida para lograr su absoluta felicidad/tranquilidad/redención… Como personaje, su Mike Milo de esta cinta, no le va a aportar mucho más en su amplia carrera, pero es que tampoco es necesario. Se nota que el actor se siente cómodo en él.
Una historia sobre personajes que se complementan (que tampoco es algo nuevo), un padre sin hijos, un hijo “sin padre”, son perfectos para que, durante su trayecto logren encontrar los puntos importantes en sus vidas. La experiencia contra la ingenuidad… contrarios que, en el fondo, se necesitan para alcanzar sus objetivos.
Cry Macho es una película sencilla, como digo, amable, casi que se ve sin darle mucho a la cabeza, por momentos incluso coquetea un poco el telefilme. Eastwood vuelve a ese mundo fronterizo que tocó hace poco con su anterior trabajo, la estimable Mula (Clint Eastwood, 2018), sólo que aquí se aleja de ciertos temas y se centra más en otros menos ásperos.
Está claro que, a estas alturas, una figura como Eastwood no necesita demostrar nada, pero es consciente de sus limitaciones, ya lo era en Mula, y aún así, continúa regalándonos personajes entrañables con los que resulta bastante fácil identificarse. Aunque Cry Macho no sea una de sus mejores obras, siempre es satisfactorio y grato verlo en pantalla.
