En el año 2009 el actor Hugh Jackman protagonizó uno de los momentos más icónicos de los Oscar del siglo XXI. Era su primera vez (y única hasta la fecha) en la que presentaba la gala, y lo hizo a golpe de número musical. La experiencia del protagonista de Logan (James Mangold, 2017) en el género no es algo nuevo durante años ha estado compaginando tanto cine como musicales, algunos incluso le han reportado premios, como es el caso de The Boy from Oz, por el que le dieron un Tony. Tras pasar por la versión para la gran pantalla de Los miserables (Tom Hooper, 2012), Jackman regresa con El gran showman.
El gran showman surge de la mente de Jenny Bicks, guionista de series como La cruda realidad (1997), Dawson crece (1999), o Sexo en Nueva York (1998). Junto al director y guionista Bill Condon, escriben este viaje desde el origen de un sueño hasta su culminación, protagonizado por un personaje absolutamente carismático y al que da vida un, siempre efectivo, Hugh Jackman. No se puede negar que el australiano ha puesto todo (se podría poner con mayúsculas) en este papel, quizá uno de los más atractivos y completos de toda su extensa carrera.
Aunque la historia de El gran showman no sea precisamente demasiado novedosa, sí que resulta muy interesante su forma de abordarla, haciendo un recorrido absoluto desde su idea, desarrollo y desenlace final, todo ello desde distintos puntos de vista, lo que permite hacernos una idea muy amplia de lo que nos está contando.
Evidentemente la parte musical es quien llena bastante la pantalla. Los compositores Benj Pasek y Justin Paul (responsables de otros musicales como La ciudad de las estrellas (Lalaland) (Damien Chazelle, 2016) o Aladdin (Guy Ritchie, 2019), aquí adaptando los temas de Alan Menken) quizán sean los artífices del 50% del éxito de la película. Tiene unas canciones frescas, pegadizas, que hilan muy bien con la historia y que están colocadas de forma muy inteligente durante la película, en ningún momento tenemos esa sensación de relleno que podría darse. Una pena que no se haya valorado este apartado, pues la película lo merece.
La maravillosa (aunque recargada, pero justificada) ambientación de la película, incluye unos decorados y un vestuario que, ayudados por algunos escenarios hechos por ordenador, consiguen hacernos sumergir en lugares de ensueño, totalmente necesarios para contarnos esta historia.
Y es que El gran showman es una historia que habla de los sueños, que habla de una época, de una sociedad (algunas cosas incluso desgraciadamente siguen vigentes hoy en día). Una historia sobre todo lo que nos sobrepasa a la hora de cumplir los sueños, de lo que dejamos de lado… Una película que tiene varias capas y que, sin llegar a ser demasiado empalagosa o sin llegar a conmover del todo, si que resulta muy entretenida y se hace muy amena de ver.
El género musical es un género que, por lo general, no tiene un público masivo por lo que, si uno no entra en su forma, seguramente la película resulte aburrida. Pero en este caso la cinta tiene un buen equilibrio entre números musicales y escenas sin ellos.
Una película muy entretenida, con una bonita historia, buenas interpretaciones (no sólo Jackman) y una banda sonora llamativa y pegadiza. Aún es posible hacer musicales en una cartelera excesivamente llena de artificios vacíos.
