Después de haberse hecho con el género del terror (Quarantine (2008), La trampa del mal (2010) o Así en la Tierra como en el infierno (2014), John Erick Dowdle se pasa a la acción con una correcta (y recalco lo de sólo correcta) cinta que mezcla además algunas pequeñas notas de thriller, eso si, con un resultado bastante vacío.
Sin separarse de su hermano Drew, John Erick Dowdle no consigue superarse a si mismo, eso sí, al menos deja el género del terror, con el que tampoco triunfó en exceso (ni siquiera viniendo de la mano de Shyamalan), y se decanta por la acción, por un convencional y bastante soso producto que, sin dar demasiada información, pretende mantener pegado a la butaca al respetable.
Golpe de estado consigue, al menos, que en muchos momentos uno muestre interés por ver qué les sucede a los protagonistas, a pesar de que uno ya sabe prácticamente qué pasará al final. Su guión no es precisamente un texto para tomarlo como modelo. Apenas se preocupa de las motivaciones de los personajes, el contexto le da un poco lo mismo (si uno se pone a pensarlo detenidamente hasta encuentra cierta empatía con los “malos”)… el resultado no es una buena combinación.
Le salva, al menos, un reparto lúcido, sin demasiados altibajos, todos están cómo deben, incluso Pierce Brosnan, cuyo breve pero decisivo papel deja al menos un buen sabor final a la cinta. Tanto Wilson como Lake Bell o como las niñas protagonistas, hacen un trabajo efectivo, en donde Dowdle no les exige demasiado. Con que pongan caras de miedo y se pasen toda la película corriendo y huyendo, es más que suficiente.
Donde realmente cojea Golpe de estado (aparte de su guión) es en su intento por conmocionarnos, en su intento por hacernos partícipes de una terrible odisea familiar. Cuando la técnica no acompaña a la acción (esos ralentizados, por ejemplo), la cosa no sale bien y queda en un amago de tratar de contar algo que no es. Y es precisamente esas recargas, esas falsas dramatizaciones lo que más lastran a una cinta que, con ser una cinta de acción, ya debería conformarse.
Al menos no podemos echarle en cara nada a su narrativa. Está todo bastante bien hilado, con escenas que van casando bien entre ellas y con cierta coherencia. No es una cinta “mal hecha”, pero ni mucho menos es perfecta. Dowdle le ha puesto interés, pero se ha dejado las intenciones en otro sitio.
Y es que después de ver Golpe de estado, uno se pregunta ¿qué me han querido contar? ¿Dowdle quiere contarme algo más aparte de ver huir a una familia? No hay trasfondo y tampoco hay mucho material nuevo. Sin duda es una buena opción si no hay un menu más apetecible. Al menos sabremos lo que vamos a comer.