El mexicano Alfonso Cuarón, ha demostrado que sabe manejar buenas historias. Gravity es una experiencia ya no sólo como espectador, sino como admirador de un cine hecho con medida y con muy buen gusto. Estamos, posiblemente, ante una de las películas de año, una historia sutil pero llena de detalles.
En sus orígenes, Gravity generó ciertos problemas. Actrices que se involucraron en el proyecto y luego lo abandonaron (Angelina Jolie, Natalie Portman), actores que estuvieron desde el principio y al final se marcharon (como fue el caso de Robert Downey Jr.) y hasta cambios en la historia original (sólo iba a ser protagonizada por una actriz desde el primer momento). Los inicios de esta cinta, sin duda no auguraban un producto especialmente atractivo, al menos no la daban muy buena publicidad esos detalles. Pero Alfonso Cuarón creyó en él desde el primer momento y ha logrado una de sus mejores obras.
Hablar de Gravity es hacerlo igualmente de una historia de superación, de pasados, de futuros… Cuarón vuelve a echar mano (él y su hijo Jonás) a la hora de crear un sólido guión, de personajes con un truculento y dramático pasado. Ya lo hizo al retratar a Theo en Hijos de los Hombres (2006), quizá la obra con la que tocó el cielo en Hollywood, y aquí vuelve a tirar de esa profundidad para definir a un personaje tan intenso y superviviente como lo es el de Ryan Stone, interpretado por una espectacular Sandra Bullock, cuya carrera dió un giro de 180 grados tras obtener hace ya unos años, el Oscar por su papel en The Blind Side (2009).
Gravity nos propone un viaje espacial alrededor de la Tierra. Un duro viaje en el que se le colocan obstáculos a su protagonista y en el que a modo de «set pieces» nos va conduciendo poco a poco a un desenlace. Unos fragmentos muy bien construidos, espectacularmente filmados (el uso del plano secuencia en sus primeros 30 minutos es, simplemente, impresionante), y con una intensidad poco habitual en productos de ciencia ficción, un género fagocitado por la acción, últimamente. Desde el punto de vista de su visionado en 2D, pocas novedades al respecto si lo que queremos es verla en 3D, puesto que se atisban los mismos juegos que este sistema suele plantear en el cine.
Con la idea de no copar todo el peso dramático en el rol de Bullock (aunque siendo sinceros, sabemos que lo haría igual de bien), encontramos a un George Clooney también poco habituado a salir escasos 15-20 minutos en pantalla, pero que aportan a su compañera de reparto, todo lo necesario para sortear los obstáculos que le ponen en el camino. Además de haber colaborado en el guión junto a Cuarón padre e hijo, el actor no muestra atisbos de haberse dejado llevar por la escasez del personaje en pantalla. Clooney es un tipo serio y sabe perfectamente qué hacer en este negocio.
Pero hay en Gravity dos aspectos importantes a tener en cuenta. Uno es su empaque, su forma. Todo está muy bien colocado, cada elemento, cada detalle (muy realista), sirve para desarrollar la historia. Cuarón no ha dejado prácticamente nada a la deriva y sabe poner muy bien la cámara para que las cosas casen, para que la historia avance. Y un segundo elemento, como es el ritmo narrativo, donde Gravity también se lleva la palma, improntando cada escena de una tensión que hará que no nos despeguemos de la butaca.
Una cinta espléndida, de la que pocas cosas malas podemos decir, y que no se reduce únicamente a la historia, hay mucho más detrás de todo eso, desde su potente comienzo hasta ese final tan ¿dual? que quizá deje a más de uno con una duda.