Historias de San Valentín, como su propio nombre indica es una especie de mezcla de varias historias que tienen como denominador común el mítico 14 de Febrero. Son una serie de pequeños fragmentos que de una forma más o menos original logran cruzarse entre ellos tejiendo así una especie de red de historias de amor. Todo esto suena muy bonito e interesante, pero realmente no es nada nuevo. Podríamos decir que esta película trata de ser lo que al cine británico fue Love Actually (Richard Curtis, 2003), sólo que ésta última tenía muchísimas más virtudes que la obra de Marshall. La principal pega que le vamos a encontrar a esta película es su excesiva capacidad para que todo cuadre y quede donde tiene que quedar. Aquí no hay prácticamente finales no deseados. En ese aspecto Historias de San Valentín es una cinta excesivamente dulce y con una sobrecarga interpretativa bastante importante (¿alguien se cree a los personajes?).
Este aspecto puede pasar por alto, estamos en el cine y quizá ante una película en la que todo vale. Bueno, pero su excesiva sobreactuación y la cantidad de historias increíbles que por ella deambulan, no dejan sino claro el principal propósito de la cinta, arrasar en taquilla. Garry Marshall, autor de Pretty Woman (1990) debería saber más que nadie que la comedia romántica debe jugarse tranquilamente, pausadamente, dejando que cada historia repose, y es que en Historias de San Valentín, todo parece suceder a una velocidad vertiginosa, con la idea de que todo en un día pasa volando, y claro es normal que de todas las historias que nos cuentan nos quedemos realmente con tres o cuatro. Quizá un “lifting” narrativo hubiese sido todo un acierto para esta película.
El elenco actoral de la película es casi tan desigual como su guión. Bien nos encontramos con historias más o menos decentes y bien interpretadas (la de Jessica Biel y Jamie Foxx, por ejemplo) como otras tan sumamente increíbles e imposibles (la de Ashton Kutcher y Jessica Alba, por poner un ejemplo). Otras por el contrario carecen de interés y no hacen más que servir de reclamo para la cinta, casi todas ellas protagonizadas por jóvenes estrellas del momento, véase Taylor Lautner, Emma Roberts, Taylor Swift e incluso Topher Grace (bastante comedido en esta película para lo que puede dar de si).
Pero este tipo de productos siempre dejan un cierto regusto a algo ya visto con anterioridad, a algo que ya nos hemos tragado antes, pero ahora envuelto en un envase rosa, con mucha variedad y con cierto regusto a cine rápido. Historias de San Valentín es una cinta para entretener, un pequeño homenaje a todas esas personas que viven el amor de una forma u otra, es una manera de demostrar que el amor puede estar en cualquier parte (¿esto no era de Love Actually?) y que al fin y al cabo y por mucho que digamos, gran parte de las cosas de este mundo se mueven gracias a él.
No es precisamente una película para reflexionar sobre esto, tampoco se trata de dogmatizar al personal, pero si que incide en ese aspecto tan arbitrario como es el amor, que puede surgir en cualquier parte y que parece que nunca tenemos nada seguro con él. Pasamos el rato con ella, nos reimos, nos emocionamos, algunos incluso tienen permiso para dormir, pero no engaña en ese aspecto, no esconde nada y deja muy claras sus cartas desde el principio. Estamos ante una comedia romántica más del montón, y eso señores, no nos tiene que pillar desprevenidos.
En Historias de San Valentín, todo parece tan cercano (o al menos trata de parecerlo), tan humano, tan sincero, tan cotidiano, intenta por todos los medios hacernos la idea de que el amor pasar cualquier día; los personajes se conocen (algunos sólo de vista), se reencuentran, se enamoran, se desencantan, se descubren a si mismos… todo por culpa del amor. Un bonito y excesivamente dulce, homenaje al amor, sin más.