Debuta en la dirección Anthony Maras, realizador de varios cortometrajes y además productor, guionista y montador. Un “hombre orquesta” que se ha hecho con el respeto de la industria al dirigir una cinta que, aunque no es excesivamente dura para lo que cuenta, al menos mantiene muy bien el ritmo y sobre todo el interés.
Maras nos cuenta la historia desde un punto de vista “cómodo”, es decir, desde el más habitual. No arriesga en este aspecto, porque tampoco tiene necesidad de hacerlo, y tampoco se regocija en el suceso. Su principal objetivo y, sobre todo, de lo que habla Hotel Bombay, es de esos héroes anónimos, aquellos que salvan vidas y que no llevan ni capa ni máscara.
Narrado en varias secuencias, Maras pone toda la carne en el asador desde el primer momento, no hay rodeos, ni medias tintas, los hechos son los que son, y tampoco hay demasiado tiempo para explicarnos a los personajes, durante la película ya iremos sabiendo algo más de ellos. Prefiere dosificar poco a poco la información y no darlo todo mascado.
Pero sin duda donde Hotel Bombay se hace fuerte es en sus momentos de tensión, y es que la película maneja muy bien este elemento y no duda en utilizarlo. Puede que nos sintamos un poco culpable de que Hollywood transforme cualquier drama en un entretenimiento, pero si queremos seguir la historia, si queremos formar parte de ella, hay que entrar en su juego, son las reglas.
Siempre con el respeto que merece, Maras realiza una cinta sólida que, quizá no aguante demasiado un segundo visionado, perdiendo sobre todo el factor sorpresa o esa incertidumbre que se crea en casi todo momento, apoyada en la imprevisibilidad de los terroristas que secuestran el hotel.
Sobre el reparto, hay rostros conocidos, sí, pero no son precisamente esenciales. Brilla quizá algo más Dev Patel, aquella estrella que descubrió Danny Boyle en Slumdog Millionaire (2008), y que poco a poco se va haciendo un hueco en la industria con títulos tan interesantes como Chappie (Neil Bloomkamp, 2015) o Lion (Garth Davis, 2016). Patel es ese héroe anónimo, un personaje que, aunque tiene algunos pequeños clichés, es con quien más se puede empatizar.
El actor indio Anupam Kher es quizá otro nombre a destacar dentro del reparto. Un personaje al que, al principio parece que cuesta pillarle, pero que con el desarrollo, terminamos por considerarlo casi imprescindible. Otro héroe anónimo sin capa.
El resto de secundarios no aportan demasiado a la historia, salvo que apoyan ciertas secuencias, es el caso de las estrellas de Hollywood Armie Hammer o Jason Isaacs, cuyos personajes sirven de eje en algunas escenas dramáticas, pero poco más.
Hotel Bombay es una película interesante, con mucha tensión, pero no aspira a otra cosa, no pretende erigirse como una nueva cinta sobre terrorismo porque no plantea absolutamente ningún dilema, simplemente es un testigo de lo que pasó. El drama es bastante ligero y no termina de emocionar lo que se supone que debería en películas de este tipo. Resulta inevitable no ver esa pátina que Hollywood aplica a toda cinta dramática y que convierte en algo «espectacular» incluso al mismísimo infierno. En este aspecto quizá pueda molestar a algunos que la película se quiera vender como un thriller de acción, que no lo es, desde luego.
Recomendable, sí, pero poco más.