El director escocés Kevin Macdonald regresa al largometraje de ficción con esta adaptación de la novela homónima de Meg Rosoff (publicada en España por SM allá por el 2006), la más laureda de toda su trayectoria, posiblemente. Macdonald factura una cinta bastante correcta aunque no exenta de cierta lentitud, sobre todo a la hora de empezar con el meollo en si.
A primera vista, en los primeros minutos, Mi vida ahora nos puede resultar chocante. Ese aire de cinta indie y esa estética que casi parece más próxima a los ochenta que a otra época (realmente podría estar enmarcada hace unos años, y no en el presente), pueden echarnos un poco para atrás. Pero Macdonald ha sido listo y en cuanto empieza la auténtica odisea del personaje, pone en marcha su maquinaria y todo fluye con cierto interés.
Sobre el texto de Rosoff, el guión cimenta la narración sobre el punto de vista del personaje de Ronan, lo que quizá le resta importancia a lo que le rodea, dejando de lado algunos detalles. Resulta inevitable que nos vengan a la memoria cintas como Hijos de los hombres (2006) o La carretera (The road) (2009), con las que comparte algún que otro dato en común. Pero Mi vida ahora quizá opte por lo estético más que por lo crudo.
Una película que puede de sobra con su historia, los personajes están bien profundizados, nos cuentan lo justo sobre ellos (algunos les falta algo más de intensidad), pero en general se deja ver bastante bien. Incluso la ambientación también se ha tomado su tiempo, con una puesta en escena bastante convincente y un nivel técnico (imagen y sonido) muy notable. Macdonald ha contado en la fotografía con el germano Franz Lustig, que ha trabajado entre otros con Win Wenders. La sobriedad y el uso de la luz en las escenas oníricas, quizá son lo más destacado en ese aspecto.
Tampoco desmerecen los actores. Desde la propia Ronan, que a pesar de algún que otro tropiezo en su carrera, sigue adelante con muy buenas perspectivas, hasta el elenco de jóvenes y niños secundarios, entre los que reconoceremos a Tom Holland, sin duda la gran revelación en la cinta española Lo imposible (Juan Antonio Bayona, 2012). Es un trabajo muy correcto, pero dado que Macdonald ha decidido centrarse sobre todo en el personaje principal, quizá nos falte cierto criterio para hablar del resto.
A Mi vida ahora le falta cierta crudeza, bien es cierto que narra un suceso duro, pero tampoco parece ser lo que más le importe a Macdonald. Es ante todo una historia sobre una evolución, sobre madurar rápidamente, sobre un deseo, sobre una meta (algo que se repite constantemente el personaje de Ronan). Un alegato acerca de que es posible lo que nos propongamos, aunque sea por amor (aquí quizá la cinta flojea un poco).
No aspira a convertirse en mucho más, pero lo cierto es que Mi vida ahora podría llegar mucho más lejos. Macdonald no ha destacado algunos elementos que podrían haberle dado más dramatismo a todo, pero aún así, se deja ver y si uno pasa sus primeros minutos, el resto está prácticamente hecho.