Han pasado sólo 3 años desde el estreno de la amada/odiada Jurassic World: Dominion (Colin Trevorrow, 2022), película que pretendía cerrar como un círculo, dos trilogías, fusionando en una sola cinta, los dos ‘cast’ icónicos de cada saga. El problema de aquella era su historia y posiblemente su pretensión de convertirse en algo gigante. Superar a Jurassic Park (Parque Jurásico) (Steven Spielberg, 1993) ha quedado confirmado incluso con esta última, que es una tarea prácticamente imposible, entre otras cosas porque los ojos que se asombraron con aquel espectáculo, nunca volverán a ser los mismos.
Pero Universal (y también Spielberg, no le quitemos parte de culpa en todo esto) no quiere dejar pasar la oportunidad de, cada cierto tiempo, recordarnos que los dinosaurios siguen ahí, que antaño dominaron la Tierra y que, durante unas semanas, dominarán las salas de cine. Gareth Edwards, uno de los directores con una proyección internacional tan interesante como su filmografía, se hace cargo (más bien hace por encargo, porque de él no hay mucho aquí) de esta nueva entrega, la séptima ya, donde confluyen muchos más aspectos negativos que positivos, a pesar de que uno de sus principales objetivos lo cumple, entretener. El otro, la taquilla, está por ver, aunque apunta a que si no lo consigue, se va a quedar muy cerca.

La carrera de Edwards, a día de hoy, podría compararse con otro alumno aventajado del cine fantástico, Neill Blomkamp. Ambos empezaron con títulos top, con un gusto visual espléndido, y aunque en su breve filmografía hay obras notables, el público no parece encontrar por el momento algo de interés, y da la sensación de que sus carreras van un poco cuesta abajo y sin frenos. En Jurassic Park: El renacer, Edwards hace gala de su buen ojo y gusto a la hora de poner a los personajes en aprietos, desde el punto de vista visual, es un director con una visión para el espectáculo, que pocos tienen, convirtiéndolo en algo casi cotidiano. El problema en este caso proviene de atrás.
Y proviene de un guion tan pobre como reciclado, donde Koepp se ha comportado como un mercenario, apostando por recuperar los mejores momentos de lo ya visto en la saga jurásica, simplemente cambiando escenarios o personajes, pero en esencia, vamos a tener lo mismo que ya hemos tenido. Bueno, a esto algunos lo llaman cual eufemismo, referencias o guiños.

Y el problema es que si los cimientos de la casa no están bien construidos (que no asentados) todo corre el riesgo de colapsar, y aquí es lo que ha pasado. Jurassic World: El renacer es una película que se ve sin problema, no se puede poner esto en duda, pero se ve sin problemas porque está demasiado masticada, demasiado cocinada y todo es sumamente previsible. Legítimo, evidentemente, pero ¿realmente es necesario regresar a la era jurásica para esto? Desde hace un tiempo, Hollywood debería aprender el maravilloso arte de reposar, donde si dejas durante un tiempo descansar sagas, trilogías… lo que sea, tienes altas posibilidades ya no solo de hacer una jugosa taquilla, sino de poder renovar con ideas nuevas. Pero que no se nos olvide, Hollywood es una fábrica de dinero hoy en día, no de sueños.
Scarlett Johansson encabeza, sin demasiada pasión, un reparto conformado por algunos rostros poco expresivos y menos populares. Su ‘team’ se dedica principalmente a hacer lo que sabe hacer, como diría aquel. No hay más, no hay recovecos, profundidad en sus personajes, sorpresas… no, eso parece que a Koepp no le ha interesado. Si a esto sumamos que uno de los secundarios está algo por encima de la protagonista (Mahersala Ali) apaga y vámonos.

Pero no contentos con esto, la historia, en un intento de contarnos 2 películas a la vez, nos cuela una subtrama familiar que aborrece cada vez que sale a relucir, sin aportar nada de interés a una historia ya de por si poco estimulante. A grandes rasgos, cine de aventuras, para disfrutar, para evadirse, pero excesivamente medido y pensado.







