Tal día como hoy, hace 50 años, el presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy (Brookline, 1917) se disponía a cruzar la plaza Dealey en la ciudad de Dallas, arropado por un montón de gente. A las 12:30 aproximadamente, un disparo impactó en la cabeza del presidente, causándole heridas mortales. Previamente se habían escuchado dos disparos y uno de ellos había alcanzado a Kennedy en el cuello. A los pocos minutos era trasladado al Hospital de Parkland, a unos escasos 6 minutos del lugar de los hechos. 30 minutos después, John Fitzgerald Kennedy era declarado oficialmente muerto.
A las 12:38, aproximadamente, un policía (Marion Baker) entra en el sexto piso de un almacén de libros, situado en el cruce de las calles Elm y Houston. Allí descubren el rifle (un Carcano 91/38 del calibre 6,5mm) que, supuestamente ha realizado los tres disparos. En ese momento Lee Harvey Oswald, trabajador de ese almacén coje un autobús en ese mismo cruce. A los pocos días, Oswald es detenido como autor de los hechos, en un principio como único autor, aunque esto nunca ha quedado claro.
Dos días después del asesinato de Kennedy y con Oswald ya bajo arresto, éste es trasladado a la cárcel del condado. Pero no llegará a su destino, ya que en el garaje de la comisaria y ante la mirada atónita de las cámaras de televisión y de todos los que querían ser testigos históricos, un disparo realizado por Jack Ruby (un empresario de la noche y de dudosos y diversos negocios), acabará con su vida y silenciará su testimonio para siempre.
Con la muerte de Oswald, el gobierno norteamericano nombra a Lyndon B. Johnson como nuevo presidente y éste crea la Comisión Warren, encargada de esclarecer los hechos. Entre los miembros de esta comisión, estaba Gerald Ford, que ocuparía la presidencia entre 1974 y 1977.
Sobre la figura de Jack Ruby, fue condenado a muerte por el asesinato de Oswald, aunque gracias a sus abogados consiguió evadir la ejecución y tras un nuevo juicio, fue condenado únicamente por homicidio. En 1967, mientras esperaba un nuevo juicio por un asunto de drogas, fallecía a consecuencia de un embolismo pulmonar, complicación que le sobrevino a consecuencia del cáncer de pulmón que padecía.
La muerte de Kennedy no ha podido esquivar al cine tampoco y aunque es un tema que siempre se ha tratado con cierta distancia, el séptimo arte se ha beneficiado de él. O bien por cuestiones meramente incidentales (la época, por ejemplo) o bien con ánimo de indagar en qué sucedió aquel día.
Proponemos cinco títulos que, desde distintos puntos de vista, tienen como eje central este asesinato, sin duda uno de los más importantes no sólo de la historia norteamericana, sino de la historia universal.
Habían pasado sólo 14 años desde que el presidente fuera asesinado y Hollywood ya venía amasando algunas ideas sobre el suceso, pero al tratarse de algo tan importante no quería dejar nada al azar y, sobre todo, tratar el tema con bastante respeto.
El guionista Dalton Trumbo (Espartaco (Stanley Kubrick, 1960), Éxodo (Otto Preminger, 1960), Johnny cogió su fusil (Dalton Trumbo, 1971) o Papillon (Franklin J. Schaffner, 1973)) se encarga de escribir el texto junto a Donald Freed y Mark Lane. David Miller, que ya había trabajado con Trumbo, se encargó de dirigir el largometraje.
Burt Lancaster y Robert Ryan, encabezaban el reparto de esta cinta que “jugaba” con las teorías conspiratorias acerca del asesinato de Kennedy. La película, sobriamente rodada pero bastante efectiva, ahondaba sobre un grupo de importantes hombres que se encontraban detrás del suceso. La historia mezclaba además teorías relacionadas con las ideas del presidente sobre el comunismo, su famosa ley Anti-Trust (que perjudicaba bastante a los grandes empresarios) o su política a favor de la lucha contra el racismo.
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Es quizá la cinta más conocida y más documentada sobre el asesinato del presidente Kennedy. Quien sino un nombre como Oliver Stone (junto al también guionista Zachary Sklar) para adaptar los libros On the trail of the Assassins y Crossfire: The Plot That Killed Kennedy, de Jim Garrison y Jim Marrs, respectivamente, y sacar a la luz más información sobre el asesinato.
La cinta suscitó polémica sobre todo por la investigación de Garrison, quien tildaba de poco convincente la sentencia de la Comisión Warren, puesto que las pruebas no eran lo suficientemente concluyentes como para determinar que el autor de los disparos fue Oswald en solitario (la famosa teoría de La Bala Mágica).
Kevin Costner daba vida a Garrison, y lideraba un espectacular reparto, que contenía nombres como Gary Oldman, Jack Lemmon, Walter Matthau, Ed Asner, Vincent D’Onofrio, Sissy Spacek, Michael Rooker, Laurie Metcalf, Joe Pesci, John Candy, Tommy Lee Jones o Kevin Bacon. Un elenco que le hizo ganar dos Oscar (fotografía y montaje) (estaba nominada a 8). Muchos vieron en los premios una ligera posición política por parte de la Academia, que no parecía ver con buenos ojos, que una película echara al traste un informe elaborado por el propio Gobierno y sobre un tema tan icónico como ese.
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Siguiendo la estela de JFK: Caso abierto y dada la buena acogida que tuvo, el tema “Kennedy” seguía estando en el candelero de Hollywood. El dramaturgo Stephen Davis había escrito la obra Love field, sobre la vida de Jack Ruby, el hombre que disparó mortalmente a Oswald cuando éste iba a ser trasladado a la cárcel del condado. Davis se encargó de escribir el guión de su adaptación a la gran pantalla y John Mackenzie (El cuarto protocolo (1987)) de dirigirlo.
El resultado distaba bastante de la calidad de la cinta de Oliver Stone, algo que muchos daban por sentado, pero sirvió para dar una visión más profunda sobre el personaje de Ruby, que siempre afirmó que actuó solo cuando asesinó a Oswald. Danny Aiello fue el elegido para interpretar a Ruby, después de que Bob Hoskins tuviera que rechazar el papel por el rodaje de Hook. El capitán garfio (Steven Spielberg, 1991). Junto a él, Sherilyn Fenn, cuyo personaje era una mixtura de varios personajes reales que habían tenido cierta relación tanto con Ruby como con Kennedy. La conspiración de Dallas no destacó demasiado tras su estreno, ni siquiera por el hecho de dar una visión sobre Ruby. Quizá la sombra de JFK: Caso abierto era muy alargada y era necesario esperar para poder sorprender al público. No obstante es una cinta que quizá merezca la pena ver.
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Pocas películas se han detenido en la repercusión del asesinato de Kennedy en la sociedad americana. Por encima de todo, historia original de Don Roos (cuidado porque su título original, Love field, es idéntico al de la obra de Stephen Davis en la que se basa La conspiración de Dallas), se aproximaba a este punto de vista, contado por una joven ama de casa que vive en Dallas y cuya vida gira en torno a la mujer de Kennedy.
La mañana del 22 de Noviembre, su mundo se desmorona. Decidida a acudir al funeral de Estado, en su viaje se encuentra con un hombre de color con el que viaja una niña que ella cree que ha sido secuestrada.
Jonathan Kaplan, que venía de títulos como Proyecto X (1987) o la polémica Acusados (1988) se encargaba de dirigir este drama con una rubísima Michelle Pfeiffer como protagonista y que la supuso su tercera nominación a los Oscar y Globos de Oro. La actriz de California también debutaba con su recién creada productora Via Rosa.
El punto de vista ofrecido por la película se aproximaba mucho al drama, y aún así también dejaba caer algunos aspectos de la política que Kennedy no tuvo tiempo de aplicar al cien por cien.
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A pesar de que el asesinato de Kennedy y su investigación es lo que más ha dado a Hollywood para sacar jugo, durante su mandato también tuvo algunos episodios dignos de buenos thrillers políticos. Es el caso de la crisis de los misiles de Cuba, que el director Roger Donaldson retrató en su cinta Trece días y que, curiosamente, contaba con Kevin Costner en el reparto, interpretando a Kenneth O’Donnell una de las figuras más notables durante la crisis y que además conocía bastante bien al presidente (encarnado por un frío Bruce Greenwood).
Tras el incidente de Bahía de Cochinos, en donde Estados Unidos intentó entrar en Cuba con agentes de la CIA, las tensiones entre La Habana y Washington eran patentes. El gobierno norteamericano buscaba debajo de las piedras para intentar justificar sus acciones y unas fotos de satélite que parecían desvelar silos de misiles, fueron el desencadenante para que, junto a la Unión Soviética, trazaran un plan para desarmar Cuba.
En la cinta de Donaldson, quizá demasiado «seria» para un público poco acostumbrado a este tipo de cine, también aparecía el personaje de Robert Kennedy.
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