Tercera película del realizador Francisco Javier Gutiérrez (Córdoba, 1973). Su anterior trabajo, Rings (2017) fue su “presentación” en Hollywood, pero aquello no terminó de cuajar y vuelve a España para estrenar La espera (2023), con elementos bastante similares a su opera prima 3 días (2008).
La espera es una película que, aunque muchos la encajan en el género del terror, la verdad es que está más cerca del thriller y el drama. Gutiérrez, que también se encarga de escribir el guion, ha incluido elementos del cine fantástico, que ayudan a crear misterio en la historia y la vuelven más interesante.
La película es una obra con bastante peso a nivel visual. No se dejan de lado otros aspectos, pero sobre todo llama especialmente la atención la estética que tiene, su fotografía, su paleta de colores y una música (de la madrileña Zeltia Montes) que en su conjunto, consiguen una atmósfera desasosegante a la vez que dramática. Su puesta en escena y la puntualización en los detalles, convierten a la cinta en una película sumamente estimulante.
La espera habla sobre la culpa, el valor o el duelo. A estos elementos muy presentes en la trama, se le unen otros como la ambición o la soledad. La película tiene un halo decadente constante, convirtiendo la existencia del protagonista en un infierno particular.
Hablando del protagonista, cabe destacar la maravillosa labor de Víctor Clavijo como eje central de la trama y de la película. Una interpretación (misteriosamente ignorada en los grandes premios del cine español) cargada de dramatismo y derrotismo, pero que en momentos de lucidez consigue transmitir las ansias de encontrar una salida a su vida. Clavijo, con una amplia experiencia actoral en teatro y televisión, despunta en un reparto lleno de rostros conocidos para los papeles secundarios como Manuel Morón, Luis Callejo o Ruth Díaz.
Unos secundarios con peso, con interés y con cosas que contar. No hay duda de que el guion los ha tenido en cuenta y cada uno aporta talento y buen hacer en la producción.
Ambientada en esa Andalucía seca, de los años setenta, en donde el polvo, el barro y el viento, azotan a los personajes, siempre sucios, cansados. La ambientación engloba también al vestuario, con una buena recreación y un maquillaje bastante notable. A nivel de producción, La espera no puede negar que tiene buena presencia.
Pero dentro de todas estas buenas intenciones, hay un flojo desenlace que parece no estar demasiado explicado. Una pena que tras la intensidad que la caracteriza, termine en un desinflado final. O no está del todo bien contado, o parece que cazar su sentido se vuelve complicado.
